En América Latina el acceso al aborto está altamente restringido, únicamente es legal en Uruguay, Puerto Rico, Guyana, Cuba y Argentina; en contraste en Honduras, Haití, Nicaragua y El Salvador está prohibido, mientras que en 11 naciones más, incluido México -con excepción de la Ciudad de México y Oaxaca-, Brasil y Colombia se acepta pero bajo ciertas causales, destacó Luciana Esther Ramos Lira, investigadora en la Dirección de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente.
En el conversatorio digital Rumbo a la Interrupción Legal del Embarazo, organizado por El Colegio de México, indicó que uno de los argumentos más utilizados para restringir esta práctica se relaciona con la salud mental de las mujeres, y se ha mencionado que no deberían abortar porque “se trauman” y desarrollan lo que se ha denominado como síndrome post aborto, “que es parecido a un trastorno por estrés postraumático”.
Sin embargo, expuso que una investigación que realizó arrojó que de 272 mujeres que interrumpieron su embarazo en la Ciudad de México, apenas el 16 por ciento presentó un probable episodio depresivo mayor “que no es necesariamente mucho más elevado del que ocurre en otras poblaciones, incluso de las que continúan un embarazo”.
Ramos Lira resaltó que los dos factores que influyen más en que estas mujeres presenten episodio depresivo mayor “es haber vivido abuso sexual en la infancia” y tener una percepción de estigma por abortar que es elevada.
Agregó que cuando se les preguntó a las mujeres cómo se habían sentido al recibir la noticia de que tenían un embarazo no deseado, cuando se realizaron el aborto y posteriormente, mencionaron que se sentían estresadas, pero esto fue disminuyendo y con el paso del tiempo se sintieron “más tranquilas, seguras, aliviadas y satisfechas”.