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El gran amor de Luis Gutiérrez por Xochimilco / Elena Poniatowska

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Xochimilco, en trazos de Alberto Beltrán.
Foto autor
24 de enero de 2021 09:35

Una tarde de 2020 llegó a la casa un hombre alto y de sombrero acompañado por una mujer joven de cara redonda, fresca y bonita como una manzana. Muy atento, me entregó una revista de sorprendente calidad: Crisol Mágico del Sur, dedicada a Xochimilco. Hojearla resultó un deleite por la calidad de sus imágenes, su buena impresión, su luminosidad. ¡Qué momento de alegría! Escribían ahí hombres de la talla de Miguel León-Portilla y Alfredo López Austin. “¡Ay, pero si esta revista es un National Geographic mexicano dedicado a Xochimilco!”, le dije a don Luis Gutiérrez. Se nos vinieron encima las flores que coronan las trajineras con nombres de mujer, los árboles que se yerguen de una sola pincelada y Dolores del Río arrodillada en su canoa, con su manojo de rábanos y su mansedumbre al pronunciar el nombre de su Lorenzo Rafail, él, de pie, rey de su chinampa.

Al hojear la revista fue fácil llenarse de los recuerdos felices de la llamada Venecia de América, a la que llevábamos a todos los visitantes que querían atisbar a alguna María Candelaria, además de bogar felices en una trajinera. Muchos mexicanos escogían celebrar su cumpleaños sobre el agua de Xochimilco al son de varias guitarras.

Cada página de esta revista Crisol, alegre y lustrosa, resultó una luz verde hacia el entusiasmo.

–Don Luis Gutiérrez, ¡qué gran regalo me hace usted en estos días de pandemia!

–Esta revista que le obsequio es el recuerdo vivo de los pueblos que habitaron este valle. Con el paso del tiempo quedaron rezagados en un paraíso resguardado por Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta.

–¡Quiero felicitarlo por la calidad de su Crisol Mágico del Sur; las fotografías, los artículos, el papel, ¡Qué gran homenaje rinde usted a Xochimilco! ¿Cómo logró esta calidad, don Luis?

–Todo empezó a finales de 2010, cuando un grupo de historiadores y cronistas de Milpa Alta nos abocamos a crear una revista que recuperara la riqueza de los pueblos originarios del sur de la ciudad. Tocamos puertas y recurrimos a mi maestro, don Miguel León-Portilla. Él fue amante de la lengua náhuatl y venía muy seguido a Milpa Alta, al pueblo de Santa Ana Tlacotenco, a hablar con algunos de los maestros nahutlatos de Santa Ana; aprovechamos ese canal de comunicación y lo entrevistamos en su oficina del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y le pedimos que nos hiciera el prólogo del primer número. Me preguntó si yo sabía náhuatl y le respondí en esa lengua: Santepitzi, o sea, poquito. Entonces respondió: Si quiere escribir sobre Milpa Alta, tiene que estudiar su lengua materna, y me mandó a estudiar náhuatl como condición para hacernos el prólogo. En esa página de introducción nos planteó la importancia de tres lugares: Tláhuac, Xochimilco y Milpa Alta, y consideró un acierto iniciar una revista con tres características: tradición, mitos y comida.

–¿Esos son los temas centrales de Crisol Mágico del Sur?

–Sí, también las fiestas, las costumbres y la profusión de moles, porque son los moleros quienes costean la revista. Desde el primer número quisimos que cada uno fuera prologado por destacados investigadores, varios de ellos también mis maestros. Alfredo López Austin nos hizo el prólogo del número 21 dedicado al mito, tradiciones y leyendas de los pueblos originarios; por ahí también participó el doctor Patrick Johansson, destacado investigador de la UNAM y también maestro mío en maestría.

“Seguimos tocando puertas y nos abrió la doctora Johanna Broda, quien hizo un excelente texto en el número dedicado a sitios arqueológicos. Ángeles González Gamio, a quien conocemos desde hace mucho tiempo, nos hizo el prólogo del número seis, dedicado al precioso retablo que adorna la catedral y la iglesia de San Bernardino de Siena. También usted colaboró en el número 16, dedicado a artistas y poetas del sur de la Ciudad de México. Estamos orgullosos de que Eduardo Matos Moctezuma nos hiciera el prólogo al número de tianguis y mercados de la Ciudad de México.

“Estos reconocidos investigadores han apoyado fuertemente a que la revista tenga un sustento cultural y una posibilidad de hurgar más allá de lo que se ve a primera vista, y que nos permita entrar en temáticas aún más atractivas.

Llevamos 25 números; estamos preparando el 26, un panorama gráfico de los pueblos del sur de la Ciudad de México. Vamos a hablar de pintura, arquitectura, grabado, música. Pintores del nivel de don Diego Rivera hicieron hermosos bocetos de Xochimilco y hermosas pinturas de las mujeres vendiendo flores. Incluiremos a Francisco Goitia, quien vivió un tiempo en Xochimilco y dejó obras de Tulyehualco, de San Juan Ixtayopan, del propio Xochimilco. Queremos que ese número se publique en marzo.

–¿Cómo es posible financiar una revista a todo lujo como Crisol Mágico del Sur? ¿Dónde se vende?

–¡Gracias a los moleros! Mire, somos del pueblo de San Pedro Atocpan, uno de los 12 poblados de Milpa Alta dedicados a la producción del mole; los otros pueblos se dedican a la producción del nopal. Durante ocho años, nuestros amigos moleros nos han dado un financiamiento muy importante. Le cito algunos de los más importantes: La Joya, Mole San Pancho y Mole Chío. Sin ellos sería muy difícil que la revista se pudiera sostener. Cada cuatro meses nos dan su publicidad, hecha con mucho talento, y ofrecemos el mole en sus diferentes formas de preparación: pipián, adobo, mole verde, mole rojo y ellos nos han apoyado fuertemente.

–¡Al oírlo parece muy fácil sostener una revista, pero en realidad es muy difícil!

–El talón de Aquiles es la distribución. Durante un largo tiempo nos apoyó Educal, lo que nos permitió distribuir Crisol Mágico del Sur en toda la Ciudad de México y en 28 librerías en el interior del país. A raíz del sismo de 2017, Educal tuvo grandes problemas y nos cortaron la distribución. Hoy lo hacemos en forma directa, en presentaciones de escuelas, institutos, casas de cultura, en todas las ferias del sur de la Ciudad de México, como las ferias de la Alegría y el Amaranto, de la Aceituna, de la Nieve, del Mole, del Nopal o del Frijol –Cuatatapa. Aprovechamos todas esas instancias para difundir la revista y venderla; sin embargo, sigue siendo difícil la distribución, pero no nos quejamos. En la zona sur de Milpa Alta y en algunos lugares de Xochimilco se conoce la revista y la compran maestros, estudiantes, amas de casa, cronistas e investigadores. Hoy, Crisol Mágico del Sur tiene un público cautivo y eso nos da fuerza y alegría.

El diseño es de mi primo Enrique Hernández Jardines, quien nos motivó. Él es diseñador de profesión, además de fotógrafo y uno de los principales ilustradores de la publicación; Fabiola Flores, mi compañera, toma las fotografías a lado de una sobrina, quien estudió en España la maestría en diseño gráfico. A veces recurrimos a fotografías de antaño que son joyas que encontramos en colecciones de especialistas.

Si todos los espléndidos sitios turísticos o no de la Ciudad de México tuvieran un difusor y un enamorado de la talla de don Luis Gutiérrez, otro gallo nos cantaría y cuidaríamos nuestro pedazo de ciudad como hace él, quien rinde el mejor de los tributos a Milpa Alta, Xochimilco y Tláhuac.

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