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Intento golpista frustrado, por ahora, en Washington

06 de enero de 2021 20:36

Nueva York. En un intento de golpe político, miles de ultraderechistas instigados por el presidente Donald Trump, invadieron el Capitolio obligando la interrupción del proceso constitucional de certificación de la elección presidencial, generando pánico, órdenes de evacuación incluso del propio vicepresidente, distribución de máscaras antigás a legisladores con órdenes de mantenerse encerrados en sus oficinas mientras el comandante en jefe mantuvo silencio ante el hecho sin precedente en la historia de este país.

Esta noche, después de varias horas de caos y temor ante lo que diversos políticos y analistas llamaron un intento de “golpe”, una “insurrección” y la cosecha de lo cultivado por Trump y sus seguidores con sus ataques contra el proceso democrático durante el ciclo electoral, los legisladores reiniciaron el proceso de certificación del voto entregado por cada estado al Colegio Electoral, último paso antes de la transición programada para el 20 de enero.

Pero lo ocurrido horas antes sacudió en sus centros la estructura política estadunidense. El asalto inició alrededor de las 14 horas, con los fanáticos del presidente tumbando barreras de seguridad e ingresando a la sede del poder legislativo, abrumando a las fuerzas de la policial del Capitolio -provocando de hecho sospechas sobre por qué no había más fuerzas de seguridad presentes- rompiendo ventanas, ingresando al centro del edificio, a las grandes salas de ambas cámaras legislativas, paseando, gritando, enfrentando a policías sin respaldo, y provocando pánico.

Varias banderas de la confederación -símbolo de los estados sureños proesclavistas del siglo 19- ondeaban por los pasillos del Capitolio -algo que nunca fue posible ni durante la Guerra Civil.

Hubo escenas de la policía federal del Capitolio desenfundado pistolas y portando rifles, instrucciones a legisladores y a sus equipos de tener a la mano mascarás antigás, alejarse de ventanas y puertas y estar preparados para esconderse debajo de sus escritorios, versiones de paquetes sospechosos y amenazas de bomba, evacuaciones de edificios legislativos en la zona generaron pánico e incredulidad. Una y otra vez políticos y periodistas repiten “nunca hemos visto algo así”. El legislador demócrata Jim McGovern declaró: “esto es un ataque terrorista contra nuestra democracia”.

Los asaltantes irrumpieron en las salas del Senado y la cámara baja, uno entró a las oficinas de la presidenta de la cámara baja Nancy Pelosi, otro se sentó en la silla desde donde sólo un par de horas antes presidía el vicepresidente Mike Pence. Cundió la preocupación por “paquetes sospechosos” y hubo amenazas de bomba. Una mujer aún no identificada fue herida de bala y más tarde murió en un hospital; se reportaron varios policías heridos.

Según historiadores, el Capitolio no había sido asaltado desde 1814 durante la guerra contra Gran Bretaña.

La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, declaró un toque de queda absoluto en la capital a partir de las 18 horas -algo nunca antes impuesto a ese extremo. Aunque se anunció que se había ordenado y estaban en camino la Guardia Nacional y fuerzas de la policía estatal de Maryland y Virginia, la ausencia de fuerzas de seguridad asombró a observadores a lo largo de la tarde. “Tienen que retomar el control del Capitolio”, expresó el ex jefe de policía Charles Ramsey, quien dijo que nunca se imaginó una escena como esta.

Unas cuatro horas después, las autoridades declararon que el Capitolio estaba de nuevo bajo su control, pero manifestantes se mantenían en la periferia a pesar del inicio del toque de queda. Los manifestantes habían logrado hacer huir a la legislatura entera del país e interrumpir el proceso constitucional de certificación de la elección del próximo presidente de Estados Unidos quien tomará posesión el 20 de enero.

Durante las primeras horas del asalto, Trump guardó silencio, solo envió un tuit en el que solicitaba a sus seguidores respetar a la policía, pero no pidió a sus fanáticos retirarse del Capitolio.

El presidente electo Biden declaró, en un mensaje al país, que “en estos momentos, nuestra democracia está bajo un asalto sin precedente… un asalto sobre los representantes del pueblo… un asalto sobre el imperio de la ley”. Agregó que “esto no es disidencia, es desorden, es caos…. tiene que acabar ahora”. Exigió a Trump de inmediato “demande un fin a este sitio”.

Pocos minutos después, a las 16:22, Trump apareció por un mensaje videograbado donde reiteró que fue una “elección fraudulenta” antes de solicitar a los manifestantes que “tenemos que tener paz, ley y orden….” y les pidió “tienen que irse a casa ahora”. Se despidió afirmando que “los queremos. Son muy especiales…. Entiendo cómo se sienten”.

Y poco más tarde, en un tuit que fue borrado poco después, el presidente justificó lo ocurrido a sus seguidores explicando que estas son “las cosas y eventos que ocurren cuando una victoria sagrada de una elección abrumadora es… arrancada a grandes patriotas quienes han sido tan mal tratados durante tanto tiempo. Vayan a casa en amor y paz. Recuerden este día para siempre”.

Por cierto, en parte por estos mensajes, Twitter por primer vez ha suspendido la cuenta de Trump por incitar violencia.

Trump convoco la manifestación para apoyar su ficticia versión de que ganó la elección del 3 de noviembre, declarando que sería un evento “wild”, y al hablar ante la muchedumbre de varios miles esta mañana, les dijo que “jamás cederemos la elección”, los invitó a acudir al Capitolio para apoyar a los legisladores republicanos que estaban buscando descarrilar la certificación del voto del Colegio Electoral, y mostrar “el tipo de orgullo y audacia que necesitan para retomar este país”. Más aún, declaró que esperaba que su vicepresidente Mike Pence, quien estaría presidiendo la sesión conjunta de ambas cámaras del Congreso, frenaría el proceso, algo no tiene el poder constitucional para hacer.

Dentro del Capitolio a las 13 horas inició la sesión para ratificar los resultados del voto del Colegio Electoral que le entregó la victoria a Biden. Pence ya le había comunicado al presidente, y dejó constancia por escrito, que se apegaría estrictamente a su papel constitucional y no podía suspender unilateralmente o descarrilar el proceso.

Aparentemente esto enfureció al presidente y al inicio del asalto del Capitolio por sus huestes, Trump decidió atacar a su propio vicepresidente mientras éste corría y debió ser “evacuado” a “un lugar seguro” al fallar la seguridad. “Pence no tuvo la valentía para hacer lo que se tenía que hacer parar proteger a nuestro país y nuestra Constitución”, acusó por tuit.

El proceso de ratificación del voto inició con la lectura en orden alfabético de los resultados oficiales de cada estado en términos de electores otorgados. Cuando se llegó a Arizona, tal como se había anunciado, legisladores republicanos expresaron su oposición a aceptar ese resultado con lo cual, bajo las reglas, se suspendía la sesión conjunta para que ambas cámaras discutieran por su lado el rechazo interpuesto. Fue poco después que se dio la alarma del asalto al Capitolio, se suspendió el proceso constitucional en curso para ratificar la aleccionó presidencial y a los legisladores y sus equipos se les ordenó mantenerse en sus oficinas u otros lugares seguros, o evacuar.

Los legisladores republicanos -más de 100 diputados y una docena de senadores- que se habían comprometido a apoyar a Trump para cuestionar los resultados en por lo menos tres estados claves que perdió provocaron una escisión severa dentro del Partido Republicano que incluyó enfrentar al líder de su mayoría en el Senado, Mitch McConnell, quien se había opuesto a la maniobra y ha reconocido a Biden como presidente electo.

McConnell declaró ante el pleno al inicio de la sesión conjunta y poco antes de que el asalto al Capitolio suspendió el proceso, que “he servido 36 años en el Senado -este será el voto más importante que jamás he emitido…. Los votantes, los tribunales y los estados se han declarado. Si revertimos eso, dañará a nuestra república para siempre”, y subrayó que si se revierten los resultados solo por alegaciones no comprobadas por los perdedores, “nuestra democracia entraría a una espiral de la muerte”.

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