Zacatecas, Zac., El investigador y académico universitario Luis Arizmendi, especialista en temas de geopolítica y conflictos armados, murió este miércoles en la Ciudad de México, dónde se encontraba hospitalizado desde hace varias semanas, por complicaciones de Covid-19.
Luis Arizmendi —quien era colaborador de La Jornada—, visitó la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) en junio de 2018, para presentar su libro, escrito en coautoría con el argentino Jorge Beinstein, "Tiempos de Peligro: Estado de Excepción y Guerra Mundial", comentado por Julio Boltvinik y Rubén Ibarra Reyes. El libro sería presentado semanas después en la Casa Lamm, por John Saxe Fernández y Magdalena Galindo.
El mundo enfrenta una posibilidad real de que estalle una tercera guerra mundial, debido a que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump “personifica la tendencia neoautoritaria de un capitalismo cada vez más violento, ante la crisis epocal del siglo XXI”.
En Zacatecas, Luis Arizmendi reflexionó sobre el escenario crítico que enfrenta el mundo, ante la “crisis epocal” del capitalismo, donde lamentablemente, apuntó, “la devastación constituye una necesidad no sólo cíclica, sino estructural del capitalismo”, pues históricamente “la imagen de un capitalismo sin crisis ni devastación es una ilusión del mito del progreso”.
Además, planteó el reconocido investigador y catedrático de la UNAM y del IPN, la propuesta geopolítica de un acuerdo de paz entre EU y Rusia, “que está siendo llevada al fracaso, deriva de la promoción de una nueva geopolítica mundial preparatoria de una confrontación económico-militar contra China en el siglo XXI”.
De hecho, el arribo de Donald Trump a la Casa Blanca, “puede hacer que el periodo 2017-2020, detone un grave impacto ecológico ambiental para el planeta -como bien ha enfatizado Noam Chomsky-, dijo, “por el aferramiento neoautoritario de Estados Unidos, al patrón energético basado en petróleo y gas, que agudiza además el tren del sobrecalentamiento planetario hacia el colapso climático”.
Arizmendi planteó en este escenario que, como el siglo XXI ha comenzado con una crisis epocal del capitalismo; ésta se deriva, dijo, de la peor crisis de sobre acumulación en la historia de la modernidad, “pero que, con la devastación multidimensional del proceso de reproducción de la sociedad planetaria, por principio con la crisis ambiental mundializada como su punta de lanza, la desborda, para constituir en sí misma una era”.
Arizmendi recordó que son los países centrales, con alto poderío económico y militar —así como los grandes corporativos trasnacionales—, quienes después de una guerra y la devastación de economías y países enteros, se encargan de toda la “reconstrucción”, para concentrar y apropiarse nuevamente, de enormes capitales.
“Mediante la apertura de múltiples canales de reconstrucción derivados de una gigantesca destrucción, la interconexión profunda entre la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial emerge dejando al descubierto la devastación, como una necesidad radical de la marcha de la relación entre capitalismo y mundialización”.
Es claro, razona Luis Arizmendi: “no existe capitalismo histórico sin necesidad de devastación. La devastación constituye una necesidad no sólo cíclica sino estructural del capitalismo. Hiroshima y Nagasaki no representan la justificación del horror para ganar la guerra. La guerra ya estaba ganada. La gran industria militar de Alemania estaba pulverizada, al menos, un año antes de concluir la confrontación. Pero Estados Unidos decidió fundar la modernidad atómica, para definir el reparto geopolítico del mundo, no contra la Alemania hitleriana, sino contra la URSS y Europa”.
Además, Donald Trump y los Estados Unidos de Norteamérica saben que, si se definiera en términos puramente económicos “sin duda, tiene, como destino perder la disputa por la hegemonía planetaria”, frente a China. Pero los estadounidenses aún son la potencia militar del mundo, y están listos para demostrarlo.
“Un orden multipolar pacífico, cogobernado por China, EU y Rusia constituye definitivamente un futuro imposible. La legalidad esquizoide de la acumulación mundial del capital invariablemente impone la disputa económico-militar por la hegemonía planetaria. De ahí que, en el futuro, la paz global se encuentre radicalmente amenazada, por una guerra a gran escala: la Tercera Guerra Mundial”, finalizó el investigador.