Ciudad de México. El sueño del ingeniero Francisco Saldaña Galván era que su hotel, La Posada del Sol, inaugurado en 1945, fuera alabado y reconocido como un ícono de la Ciudad de México; sin embargo, el lugar se encuentra bajo la sombra y el abandono, sin que hasta el momento haya un proyecto para restaurarlo.
La riqueza cultural de los 15 edificios que forman el inmueble se esconde tras dos verdes portones en avenida Niños Héroes 139, en la colonia Doctores. La Posada del Sol sería utilizada por la extinta Procuraduría General de Justicia desde 1998, cuando el entonces presidente Ernesto Zedillo emitió un decreto para enajenar el inmueble a nombre del gobierno capitalino.
Pese a que el dueño es la autoridad local, las secretarías de Gobierno, de Cultura y de Administración y Finanzas, así como la Consejería Jurídica, no ofrecen información al respecto; no obstante, dentro del lugar los textos grabados en cantera del propio Francisco Saldaña, tesis universitarias y hasta leyendas urbanas cuentan la pintoresca historia del hotel que nunca fue terminado y cuyo esplendor duró menos de un año, cuando tras una crisis económica fue expropiado por el gobierno de Miguel Alemán.
Su superficie de 7 mil 734.25 metros cuadrados se encuentra llena de basura, de muebles viejos, escombros, polvo y vidrios rotos, cuyos techos y paredes dañados conviven con murales, esculturas y placas históricas dentro de los edificios, que albergan más de 500 habitaciones, en los que se han identificado estilos arquitectónicos como art nouveau y art deco.
En una de las estancias destaca una gran chimenea de unos tres metros de largo. Una puerta cercana desemboca en un mural que escenifica la firma de la Constitución de Apatzingán el 22 de octubre de 1814, obra del artista Roberto Cueva del Río.
A unos metros, frente a la pintura, se encuentra una fuente en forma de media luna, dentro de la cual destaca una escultura de una mujer sentada mirando hacia el cielo del artista Rómulo Rozo.
La fuente, junto con otros cuatro edificios, forman el perímetro de un patio central cubierto por árboles y maleza que ocultan su centro.
Vencedor de adversidades
A 75 años de su muerte, Francisco Saldaña revela, por medio de varios escritos en las paredes, que venció dificultades y enfrentó problemas para edificar La Posada del Sol, y pide que el alabo hacia el inmueble sea una manera de agradecer a la Providencia que la hizo posible
. La placa fue fechada el 30 de mayo de 1942.
Frente a una escultura de Francisco de Asís y un lobo, el ingeniero Saldaña pide valorar a los que trataron de humillarlo, que lo sobrecargaron de dificultades y treparon sobre él para aumentar su riqueza, mientras trabajaba sin tregua.
Francisco reconoce que la obra quedó inconclusa y plasma una profecía que se sigue cumpliendo hasta nuestros días: Considerando las adversas circunstancias durante la ejecución de La Posada del Sol que habrá pocos hombres capaces de proyectarla, construirla y terminarla
.
La última vez que se habló de una intervención a La Posada del Sol fue en la administración de Miguel Ángel Mancera, cuando la entonces secretaria de Cultura, Lucía García Noriega, informó que sería convertido en un Faro de Artes y Oficios; no obstante, la idea no prosperó.
En las tesis profesionales de Jorge González, Fernando Torres y Miguel Gómez en 2001, se plasma un proyecto de rehabilitación para construir un conjunto cultural en el lugar, que incluye una escuela de arte, un museo, una biblioteca y una zona destinada a oficinas.
El imponente lugar permanece solitario, lúgubre, frío y oscuro, que en lugar de albergar visitantes es utilizado de bodega de escritorios, sillas, sillones viejos, y cuyo abandono ha dado lugar a historias macabras sobre rituales, suicidios, asesinatos y tortura.
Algunas leyendas refieren que el ingeniero Saldaña se ahorcó en un árbol del patio central o que fue encontrado muerto a los pies de la estatua de Francisco de Asís.
Se dice, además, que el lugar fue ocupado por el ex secretario de Seguridad Pública Arturo Durazo Moreno para torturar personas, e incluso se habla de la desaparición de una niña en los sótanos del hotel, a quien le han montado un altar con su fotografía y un vestido blanco.