Ciudad de México. En México seis de cada 10 hogares que reciben remesas o un universo de poco más de un millón de familias, viven en localidades de menos de 15 mil habitantes, revela un informe realizado por BBVA Research, área de investigación de ese banco.
Puntualiza que el mayor uso que dan los mexicanos a este tipo de recursos es para el gasto corriente y el pago de deudas.
Con datos tomados del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), BBVA consideró que el hecho que la gran mayoría de personas que reciben remesas se encuentren en zonas rurales o semi urbanas provoca que haya una mayor limitación para que estas sean incluidas en el sistema financiero.
Según los datos, los hogares receptores de remesas en México tienen menor uso de las tarjetas de crédito bancaria o comercial para su gasto en alimentos, vestido, transporte, comunicaciones, cuidados, limpieza, educación, entre otros, en comparación a los que no recibieron remesas.
“En 2018, 4.2 por ciento de los hogares receptores de remesas en México usaron al menos una vez una tarjeta bancaria o comercial para el pago de algún gasto del hogar en el último trimestre, en cambio, entre los hogares que no recibieron remesas, esta proporción fue de 6.9 por ciento”, detalla.
Por este motivo, agregó, algunas personas optan por cobrar sus remesas en dinero en efectivo, no obstante, de enero a octubre 99 por ciento del cobro se hizo por transferencias electrónicas y solo 1 por ciento con dinero físico.
"La mayor parte de las remesas se usan para gasto corriente de las familias y para pago de deudas. En 2019, 78.6 por ciento de personas consultadas indicó que uno de los dos principales usos de las remesas era para comida y vestido, 42.9 por ciento que se destinarían a salud y 19.5 por ciento a la vivienda. Solo 4.4 por ciento indicó que se usarían para comprar tierras o poner un negocio”, puntualizó.
Según el estudio, los meses de diciembre y enero son aquellos en los que se reciben más remesas en efectivo y especie en México. Esta temporada de diciembre y enero coincide con el cierre de los principales ciclos agrícolas, por lo que muchos trabajadores mexicanos que laboran en el sector primario ya han concluido sus actividades retornan a sus comunidades.