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Con Sergio Aragonés, concluye temporada 2020 de Chamuco TV

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Aragonés contó su vida durante la charla. Foto tomada de la cuenta de Twitter @Canal22
30 de noviembre de 2020 22:25

Guadalajara, Jal. Desde su confinamiento y trabajando sin parar, Sergio Aragonés (San Mateo, España, 1937) se dio tiempo para pausar el trajín de sus dibujos e historietas y platicar con los integrantes de Chamuco TV en el último programa de la temporada 2020 en Canal 22, el cual coincidió como parte del programa de actividades de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, que este año también se desarrolla sin actos presenciales.

“El maestro real mexicano fue Rius. Él enseñaba a comer, sobre la religión, sobre la política, no sólo hacía chistes porque sus dibujos eran… pero era un chingón, él sí es el maestro porque él enseñaba, para México fue de los dos mejores que ha habido junto a Abel Quezada”, dice el legendario caricaturista de la revista Mad, español de nacimiento pero de nacionalidad mexicana, entrevistado por los chamucos Hernández, Rapé y Helguera.

A Rius lo conoció a mediados de la década del cincuenta del siglo pasado, con él hizo una revista de vida efímera, SIC, una época en la que anduvieron juntos por muchos lados.

“Ahí empezó nuestra amistad y a él también le gustaba el mismo sentido del humor, el de (Saul) Steinberg (caricaturista de The New Yorker). De ahí seguimos toda su vida. Fue entonces cuando me dí cuenta que lo que yo quería era ser dibujante, monero”.

También recordó su amistad con Quino “que es uno de los mejores que ha habido”, la enorme admiración por Oski (Oscar Conti, también argentino como Quino) a quien conoció en Italia y los famosos 200 primeros dólares de sus dos páginas vendidas a Mad, que lo sacaron de la semi indigencia en la que vivió sus primeros días en Nueva York.

En la charla muy al estilo de Chamuco TV, Aragonés contó su vida desde que aún bebé su familia debió abandonar España por la guerra civil, refugiarse en Francia donde el menor aprendió esa lengua como su primer idioma y, tras la expansión del nazismo en Europa, la migración a México, a donde llegaron cuando él apenas tenía seis años.

“Desde entonces soy mexicano mi pasaporte es mexicano, tengo una deuda con México. Vivo (desde 1962) en Estados Unidos y sigo siendo mexicano”, enfatiza.

Rememoró sus inicios de primaria en México como cualquier niño normal, que aprendió a hablar mexicano para que no le pegaran en la escuela sus compañeros y su gusto de siempre por el dibujo, estimulado por películas animadas y cómics en una época en la que no había ni televisores.

“Leyendo a dibujantes de España y Argentina que trabajaban en gobiernos que eran dictaduras, vi un humor que no era político. Siempre me gustó el humor sin palabras desde chico porque me dí cuenta que todo mundo lo puede entender aunque hablen un idioma diferente. Y fue a lo que más me dediqué”.

Dijo que en cambio en México el humor en político, que el humor blanco no tiene mercado y por eso la mayoría de los buenos dibujantes saben que lo que quieren hacer es chiste político “pero a mi nunca me interesó, siempre estuve un poco receloso de la política”. 

La historia de su migración de 1962 a Nueva York es muy conocida. Logra que sus dibujos, en particular los que luego serían colocados en los márgenes de las páginas, sean aceptados por la revista Mad, lo que le abrió las puertas a otras revistas estadunidenses y más tarde en Europa, para convertirlo en la leyenda de 83 años de edad que es hoy.

Ahora trabaja un seriado de doce libros sobre religión en los que llega al resultado final que fue el hombre quien creó los dioses y no al revés, además de que tiene varios libros por publicar, entre ellos la colección de dibujos que hizo serie para un periódico cada semana.

 

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