Ciudad de México. La alerta al límite para pasar al rojo del semáforo sanitario no tuvo eco para detener a miles de capitalinos que salieron en busca de una oferta decembrina en la afamada zona comercial del Centro Histórico.
A espaldas de los edificios del gobierno federal y local, calles, aceras y negocios se abarrotaron sin control ni orden. La gente caminaba en todas direcciones, una tras otra se encontraron de frente, se rozaron, chocaron y se golpearon; parecían no recordar que mantener la sana distancia es la principal defensa contra el contagio del Covid-19 y que en este repunte se empiezan a llenar los hospitales.
Los locatarios extendieron sus negocios hasta la vía pública y los vendedores ambulantes toreaban a los policías que realizaron el operativo de seguridad que se anunció: mientras los efectivos vigilaban calles como Soledad, Regina, La Santísima y Corregidora ellos con su mercancía a cuestas se apoderaron de Correo Mayor, República de Uruguay y de El Salvador.
La estrategia para evitar la propagación de la pandemia se perdió. En los puntos de control y filtros de ingreso, que semanas atrás reportaban largas filas, entre la aglomeración apenas se veía a los trabajadores del gobierno de la ciudad y de seguridad con su pequeño letrero por medio del cual solicitaban portar cubrebocas.
Sara y Joel, dos adultos mayores, con paso lento recorrieron Regina en busca de nochebuenas y flores secas para decorar su hogar por la Navidad; la pareja de ancianos consideró que el uso de cubrebocas era suficiente para evitar contagios.
Los gritones, como ha sido costumbre, llamaban al cliente: árboles de Navidad desde 98 pesos, carteras en 20, chamarras en 100; ¡pásale, barato y bonito!
, se escuchaba sobre la calle del Carmen y había respuesta, la gente corría a ver la mercancía sin importar dónde cayeron las gotículas del pregonero ante el impulso por llamar la atención.
Octavio Terán, maestro de albañilería, visita seguido las ferreterías de Regina; para el hombre de 52 años es una necesidad surtirse de herramientas en esa zona porque hay de todo, pero consideró que el mexicano es necio y cuando le dicen no hagas algo lo hace más. No vamos a entender si no es a la fuerza o nos agarra el coronavirus
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A pesar de que el comercio callejero en el Centro Histórico se ha reducido por las restricciones en la comercialización a consecuencia de la emergencia sanitaria, la saturación de calles sigue por la visita de personas que llegan de diversas entidades.
La muchedumbre se apoderó también de Tacuba, 5 de Mayo, Madero, 16 de Septiembre y Palma, donde está la oferta de tiendas deportivas y ropa casual, así como de zapaterías y restaurantes que incluso llegan más allá del Eje Central.
El Centro es el Centro
, comentó Samuel Juárez, quien aseguró que con pandemia o sin ella la gente siempre buscará algo ahí: Si no quieren que se junte no habrá otra más que cerrarlo
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