Madrid. Unos 2.3 millones de niños en la región etíope de Tigray necesitan ayuda humanitaria debido al acceso restringido y al apagón continuo de las comunicaciones, que han hecho que esta ayuda esté fuera de su alcance, ha alertado el Fondo para la Infancia de Naciones Unidas (Unicef), que también se ha mostrado "particularmente alarmado" por las tasas de desnutrición en la región.
Desde que estalló el conflicto armado en la región de Tigray a principios de este mes, cerca de 30 mil personas han buscado refugio en Sudán, de las cuales, 12 mil son niños, algunos de ellos sin sus padres o familiares, que se encuentran "en peligro", según las estimaciones del organismo internacional.
"Las condiciones para estos niños son extremadamente duras", ha remarcado la directora ejecutiva de Unicef Henrietta Fore, tras explicar que están trabajando para "brindar urgentemente el apoyo necesario para salvar vidas, incluidos los servicios de salud, nutrición, agua, saneamiento e higiene".
Con más de 200 mil personas que se espera que crucen la frontera en los próximos días y semanas, "el apoyo adicional es crucial para que podamos satisfacer las crecientes necesidades", ha recordado la representante.
No obstante, las cifras ya eran alarmantes antes de la escalada de la violencia, ha reseñado, ya que al menos 54 mil niños vivían en campos de refugiados en la región y 36 mil eran desplazados internos por desastres naturales y violencia armada.
En este sentido, Fore ha enfatizado que están "particularmente alarmados por las tasas de desnutrición en la región", que ha registrado un aumento de un tercio de "desnutrición aguda" entre 2019 y 2020, principalmente debido a la plaga de langostas del desierto y a la Covid-19.
Por esto, ha mostrado preocupación, ya que "sin un acceso humanitario sostenido, muchos más niños estarán en riesgo" porque los suministros para el tratamiento de la desnutrición en la región solo durarán hasta diciembre.
Ante esto, ha hecho un llamamiento a las partes del conflicto a permitir que las organizaciones humanitarias puedan acceder de forma "urgente, sin obstáculos y constantemente" a todas las comunidades afectadas para poder proporcionar la "asistencia vital" a los niños y sus familias.
Además, Fore ha subrayado que "deben hacerse todos los esfuerzos posibles para mantener a los niños fuera de peligro y para garantizar que estén protegidos contra el reclutamiento y la utilización en el conflicto. Los niños también deben ser protegidos del riesgo de sufrir violencia sexual y de género, y no ser separados de sus familias".