Londres. La evasión fiscal en el mundo, por parte de empresas o de individuos, cuesta cada año 427 mil millones de dólares a las finanzas públicas en beneficio de los paraísos fiscales, afirma un informe publicado por la Tax Justice Network.
Esta ONG examina país por país todo flujo financiero hacia el extranjero destinado a evadir impuestos, sin entrar en el debate sobre si es legal o ilegal, en un informe presentado como el primero de su tipo y difundido en la víspera de la cumbre del G-20 organizada por Arabia Saudita.
En plena pandemia de coronavirus compara sus cifras con los costos de la sanidad pública y concluye que los países ricos son los principales responsables de una evasión que tiene mayor impacto en los países pobres.
Sus cifras están compiladas a partir de las declaraciones presentadas por multinacionales a las autoridades fiscales, que se remontan a 2016 pero fueron publicadas recientemente por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En el caso de los particulares, la Tax Justice Network se basa en los datos de depósitos bancarios disponibles en el Banco de Pagos Internacionales (BPI) a partir de 2018.
De esos 427 mil millones de dólares perdidos en impuestos -el equivalente al salario anual de 34 millones de enfermeros- 245 mil millones de dólares corresponden a empresas y 182 mil millones de dólares a particulares.
El informe afirma que las multinacionales pagan muchos menos impuestos de los que deberían gracias a que desplazan el equivalente a 1.38 billones de dólares en beneficios de los países donde se generan a los paraísos fiscales o a países con muy baja imposición que no siempre pertenecen a listas negras como las elaboradas por la Unión Europea.
Por su parte, los individuos trasfieren más de 10 billones de dólares anuales a estos lugares.
Apunta que las regiones que más pierden en términos absolutos son las más ricas.
América del Norte pierde anualmente 95 mil millones de dólares y Europa 184 mil millones de dólares, lo que en plena pandemia equivale a 5.7 por ciento y 12.6 por ciento respectivamente de sus presupuestos de salud.
América Latina y África pierden menos dinero, pero el impacto es mucho mayor, ya que representa 20.4 por ciento y 52.5 por ciento de sus presupuestos respectivos destinados a la sanidad.