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El poeta valenciano Francisco Brines, Premio Cervantes 2020

17 de noviembre de 2020 08:28

Madrid. El poeta valenciano que enarbola la idea de que somos un paréntesis entre dos nadas, Francisco Brines, fue reconocido con el Premio Cervantes 2020, con lo que se rinde homenaje a un autor venerado y prolífico, que a sus 88 años vive recluido en su casa de la costa mediterránea y apenas sale a actos públicos por su delicado estado de salud.

Brines es considerado desde hace años uno de los maestros de la poesía española, al tiempo que combinó su labor creativa con la docencia, tanto en universidades españolas como en Oxford y Cambridge. Brines también es, desde 2001, académico de la Real Academia de España (RAE).

El ministro de Cultura del gobierno español, José Manuel Rodríguez Uribes, anunció que la elección de Brines fue por mayoría de votos, y que el jurado había decidido otorgarle el máximo galardón de las letras en idioma castellano por su obra poética, que va de lo carnal y puramente humano a lo metafísico y lo espiritual ante una inspiración de belleza e inmortalidad”.

Además, explicó que Brines es el poeta intimista de la Generación de los 50 que más ha ahondado en la experiencia del ser humano individual frente a la memoria, el paso del tiempo, a la exaltación vital. Es un maestro de la poesía actual, cuyo magisterio es reconocido por todas las generaciones que le suceden.

Amplia trayectoria académica

Brines vive en la pequeña localidad de Oliva, en la costa de Valencia, desde que decidió volver a su tierra después de una larga vida en la que fue académico de la lengua y profesor universitario, sobre todo en las prestigiosas universidades de Cambridge y Oxford.

Con la concesión del Premio Cervantes culmina además una vida dedicada sobre todo a la creación literaria y a la poesía, si bien también cultivó el género del ensayo.

Brines pertenece a la llamada Generación de los 50, también llamada Generación de los Niños de la Guerra, en la que asimismo figuran los poetas Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Carlos Barral, Claudio Rodríguez, José Agustín Goytisolo y los novelistas Rafael Sánchez Ferlosio, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite, Luis Martín Santos, García Hortelano y Luis Goytisolo.

Brines, quien además de poeta es licenciado en derecho, filosofía y letras románicas e historia, publicó su primer libro, Las brasas, en 1959, con el que además ganó el prestigioso premio de poesía Adonais. Después publicó Palabras en la oscuridad (1966), con el que logró el Nacional de la Crítica.

En 1987 fue reconocido con el Premio Nacional de Literatura por El otoño de las rosas (1986), uno de sus libros más populares, que consta de 60 poemas escritos a lo largo de 10 años. En 1998 recibió el premio Fastenrath, que otorga la RAE, por La última costa (1995), que en su momento la crítica definió como obra melancólica en la que el poeta recuerda su infancia, desde una orilla apartada, ante la inminencia de un último viaje.

En abril de 2000, Brines fue elegido miembro de la RAE, y a partir del 19 de abril de 2001 ocupa el sillón x en sustitución del fallecido dramaturgo Antonio Buero Vallejo. Otros galardones de Brines son el de Poesía Federico García Lorca, en 2007, y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, en 2010.

Ahora, con la concesión del Premio Cervantes, Brines se une a una selecta lista de poetas que también han sido reconocidos con el galardón, entre ellos Octavio Paz, José Emilio Pacheco, Gerardo Diego, Luis Rosales, Rafael Alberti, José Hierro, Álvaro Mutis, Antonio Gamoneda, Ida Vitale y Joan Margarit.

¿Para qué sirve la poesía?

La poesía de Brines se caracteriza por el tono hondamente elegíaco de sus versos, siendo el tema cla-ve de su obra el paso del tiempo, la decadencia de todo lo vivo y la degradada condición del ser humano sometido a sus limitaciones.

Su obra El otoño de las rosas se considera una de las cimas de la poesía española de la segunda mitad del siglo XX. En una entrevista con el crítico Santos Sanz Villanueva, Brines explicó para qué sirve la poesía: “La poesía sirve para vivir mejor. Naturalmente, para mucha gente vivir mejor tiene un solo sentido material: comprar, tener cosas. Para el lector de poesía vivir mejor es vivir con más plenitud, con más conocimiento, con más intensidad. Yo creo que la vida merece la pena si se vive intensamente. Por eso cuando nos enamoramos somos especialmente felices, porque somos más intensos. La poesía afina la sensibilidad. La sensibilidad es afinada, es educada para poder saber gozar de la vida mucho más de lo que lo haría la persona que no la educa. Es algo que en ocasiones ocurre con la poesía y ocurre con el arte.

“Muchas veces quienes gustamos de la pintura vemos los paisajes en función de la mirada de un artista que nos ha enseñado también a mirar aquello de manera consecuente. Con la poesía ocurre lo mismo. Enseña no sólo a mirar más gozosamente el mundo exterior, sino también a nosotros mismos, a mirar más afinadamente el mundo interior.

Son textos que nos hablan de los sentimientos generales, porque el poeta no es más que un hombre que habla de las cosas que importan a los hombres y a las mujeres. En ese sentido, ese enriquecimiento vital por medio de la estética que hacemos se incorpora a las afecciones y a los intereses que tiene el lector de poesía.

 

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