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Las memorias de Rita Macedo “hay que leerlas con sus ojos, con humor”

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El seis de diciembre de 1993, Rita Macedo tomó una pistola, subió a su auto y terminó con su vida. Foto Archivo personal de Cecilia Fuentes Macedo
14 de noviembre de 2020 10:53

Ciudad de México. El 6 de diciembre de 1993, una mujer tomó una pistola pequeña, se subió a su coche y decidió terminar con su vida. Ese mismo año había comenzado a escribir sus memorias: las de una mujer que nació en 1925, que se convirtió en esposa y madre mientras se abría camino como actriz, que se enamoró perdidamente de un hombre que es uno de los principales escritores de México, productora de teatro, y cuya vida estuvo en el mundo del espectáculo pero también de la intelectualidad del país.

Esa mujer fue Rita Macedo y sus memorias se encuentran en el libro Mujer en papel, cuya recopilación y edición estuvo a cargo de su hija Cecilia Fuentes.

El libro, publicado por Trilce, llegó a su tercera edición, ahora corregida y aumentada, y recibió la distinción de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem) al mejor libro de no ficción de 2020. Si bien la relación de Macedo con Carlos Fuentes ocupa buena parte, lo cierto es que a lo largo de casi 400 páginas y decenas de fotografías se devela también la historia social y cultural de México.

Grandes nombres aparecen ahí, cómo comenzaron, cómo era obtener un papel para alguna película, los arranques de actores como Pedro Armendáriz, la forma de dirigir de Seki Sano; Octavio Paz, por supuesto Carlos Fuentes, el que una mujer no existiera para la sociedad si no estaba casada… la importancia del color de la piel.

Mi mamá fue una mujer muy aventurera y muy dolida; su infancia los orfanatos, donde su mamá la botó, la afectaron todo el tiempo. No pudo llevar bien una relación personal ni con sus hijos, porque tenía un dolor y mucha rabia. Tenía un trauma muy, muy grave con su infancia y muchas inseguridades. Era perro que ladraba y que mordía, porque no toleraba que se le dijera tonta ni que se le humillara, cuenta en entrevista Cecilia Fuentes.

Rita Macedo tuvo absolutamente todo en lo que fuera, el cine y en el teatro, y lo dejó todo por amor a mi papá; dejó una carrera que le costó 30 años armar para irse a vivir el amor de su vida, en las circunstancias que a la gente le parecen muy jaladas de los pelos, pero que para ella valían la pena, agrega refiriéndose a las infidelidades del escritor de La región más transparente.

Fue muy buena madre para mí, pésima madre para mis hermanos (Julissa y Luis de Llano). Nunca me pareció una gran actriz; sin embargo, hizo películas muy importantes. Fue una arquitecta frustrada, porque eso es lo que ella tenía que haber sido, le encantaba construir y deconstruir; también le encantaba escribir, pero creo que eso lo descubrió hacia el final de su vida. Ya no le alcanzó el tiempo y nunca sabremos qué le pasó. Es el misterio de su muerte; nunca sabremos por qué lo decidió.

Un México del siglo pasado

En estas memorias, Rita Macedo va construyendo un panorama completo del México del siglo pasado. Es un libro muy importante en ese sentido, expresa Cecilia Fuentes. “Una cosa era ser artista del Cine de Oro y otra que te cuenten cómo se manejaban los papeles en esas épocas, cómo te contrataban, cómo se filmaba, cómo se portaban Pedro Armendáriz o El Indio Fernández; son cosas muy personales.

No es que alguien pasó por ahí a hacerles una entrevista, sino la historia contada por quien vivió ahí momentos muy íntimos, cuya visión es única y que nunca se ha contado; entonces, aprovéchenla, vívanla y conozcan ese México de nuestros abuelos, mis abuelos y papás.

A quien no le interese la farándula, sino la parte intelectual, también podrá encontrarla en Mujer en papel. “La mitad del libro trata de cómo se desarrollaron mi papá, el Gabo y Octavio Paz, de cómo se conocieron e hicieron amigos”.

Está también la parte de Fuentes en el cine. “Es padrísimo, porque era lo que él quería ser. Fue un dibujante frustrado, un cantante de ópera y actor frustrado; la escribida, como yo le digo, eso es otra cosa, le salía bien y triunfó, pero todos los demás también lo quería hacer”.

Fuentes “hizo guiones como el de los Caifanes, que le escribió a Julissa; toda esa parte personal, familiar, solamente la van a encontrar aquí, porque nos han borrado de todo lo demás, desde cómo era el cine del lado intelectual, cómo era Cuevas en las fiestas que teníamos, la gente que había. Es un documento histórico”.

Con este libro, Cecilia Fuentes quiere decir: Vengan y deschónguense con nosotros. Es un libro que me divierte mucho y me da mucha risa; hay gente a la que le parece un drama tremendo, pero no, tienen que verlo con los ojos de mi mamá: ella era cínica, masoquista, era de humor negro. Entonces, si a ella le pareció chistoso, traten de verlo así y ni sufran.

Ahora siento que logré darle gusto. El último año de su vida toda su energía estaba metida en este libro, ella se quedó a la mitad de la historia con mi papá; nunca vamos a saber si fue porque se dio cuenta de que no podía usar las cartas, o si se deprimió tanto en recordar lo que hizo bien o lo que hizo mal, o no sé.

Aquí se cuenta la historia de Rita Macedo y Carlos Fuentes. “Cuando empezó, él era un bebito, cuando conoció a mi mamá salía de la universidad con un biberón; ella ya tenía dos hijos mayores, ya había producido, actuado, hecho y deshecho. Ella lo creó en ese momento. Él tenía potencial, pero ella le fue iluminando el camino hasta que voló solo.

Y está bien, pero existe un principio y aquí está: vengan y conozcan el principio, vengan y conozcan las anécdotas de tanto artista y tanto intelectual y todas las cosas que los hacen humanos y simpáticos, y las cosas que ellos hicieron felizmente en su momento.

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