Nueva York. Con un silencio ominoso, purga e instalación de funcionarios personalmente leales en el Pentágono y Departamento de Seguridad Interna, y continuando sin aceptar su derrota, Donald Trump y sus aliados continúan nutriendo la especulación sobre un auto-golpe de Estado, aunque otros concluyen que todo es parte de un berrinche, venganza contra los que no fueron suficientemente leales, teatro estilo “reality show” y negocio.
Nueve días después de la eleccion, y seis días después de las proyecciones otorgando el triunfo al demócrata Joe Biden -no por decisión de los grandes medios, sino por los rutinarios cálculos matemáticos de los conteos anunciados por autoridades estatales- Trump rehusa ceder con su equipo interponiendo más demandas legales contra el proceso electoral en estados que perdió (no parece haber dudas sobre el proceso en donde ganó).
Sin más que las ráfagas de tuits denunciando irregularidades (casi todas sin sustento), el presidente ha guardado silencio y su calendario de actividades públicas se ha mantenido vacío desde el sábado pasado.
Pero en los últimos días ha realizado una purga de los más altos funcionarios civiles del Pentágono, incluyendo el secretario de Defensa y tres altos funcionarios más, y eso ahora continúa en el Departamento de Seguridad Interna. También han renunciado algunos oficiales claves, como el jefe de delitos electorales del Departamento de Justicia en obvia protesta con la orden del procurador general Bill Barr de girar instrucciones a fiscales a investigar posibles violaciones electorales denunciadas por Trump, politizando así las funciones del Departamento de Justicia.
El general retirado Barry McCaffrey, quien fue zar antinarcoticos en la presidencia de Bill Clinton, y líder militar y veterano de guerras condecorado, comentó en referencia a estas purgas en el Departamento de Defensa, por tuit el miércoles: “Peligro. Estamos observando un golpe en movimiento lento de Trump para desafiar la elección de Biden y rehusar dejar su puesto por diktat. Créanle a sus ojos. Esta será una prueba de nuestras instituciones”.
La ex alta funcionario del Departamento de Estado, Anne-Marie Slaughter, señaló que “si estuviéramos viendo esto en otro país, un presidente rehusando aceptar los resultados y después despidiendo el secretario de Defensa, uno imaginaría que [periodistas] reportarán que es un intento de golpe”, en entrevista con el Financial Times.
Las advertencias de “golpe de Estado” han sido frecuentes y provienen de figuras sorprendentes. Nunca se había usado ese término en torno a un proceso político electoral dentro de Estados Unidos (aunque no es un concepto inusual pero de exclusivo uso en la política exterior).