Washington. El presidente Donald Trump despidió al secretario de Defensa, Mark Esper, una medida imprevista y sin precedentes en un momento de incertidumbre nacional tras las elecciones de la semana pasada. La medida podría considerarse inquietante para el Pentágono y una fuente de preocupación para los aliados y socios internacionales.
Es la primera vez en la era moderna que un presidente que busca la rlección destituye a su jefe del Pentágono tras las elecciones. Los mandatarios que logran relegirse a menudo remplazan a los miembros del gabinete, incluido el secretario de Defensa, pero los presidentes que pierden han mantenido a sus jefes del Pentágono en su lugar hasta el día que juramenta el nuevo jefe de Estado para preservar la estabilidad en nombre de la seguridad nacional.
La tensa relación de Esper y Trump estuvo a punto de colapsar el verano pasado durante los disturbios civiles que desencadenaron un debate dentro de la administración sobre el papel de los militares en la lucha contra los disturbios internos.
Esper se opuso al uso de militares para ayudar a sofocar las protestas en Washington, D.C., y esto enfureció a Trump y causó especulación de que el jefe de Defensa estaba dispuesto a renunciar si enfrentaba nuevamente un problema de este tipo.
Trump anunció la noticia en un tuit, diciendo que “con efecto inmediato” Christopher Miller, el director del Centro Nacional Antiterrorismo, se desempeñará como secretario interino, eludiendo al segundo funcionario de rango en el Pentágono, David Norquist.