Buenos Aires. La muerte del cineasta Fernando Pino Solanas, víctima del Covid-19 en París, donde se desempeñaba como embajador argentino ante la Unesco, conmovió al país, desde gobernantes, políticos, artistas, colegas hasta miles de mujeres y hombres, “los nadies” cuya vida quedó reflejada en extraordinarios documentales que mostraron sin concesiones las consecuencias de las políticas nefastas sobre los pueblos indefensos, tanto como sus filmes de ficción, premiados en diversos países del mundo.

También en la madrugada de hoy falleció en esta capital, Víctor Basterra, sobreviviente de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la dictadura militar (1976-1983) quien, obligado a tomar fotografías y realizar otra tareas en calidad de esclavo, logró en un trabajo, en la mayor clandestinidad, juntar copias de éstas y de documentos, que fue escondiendo a lo largo de su cautiverio, lo que luego sería clave para los juicios contra los crímenes de lesa humanidad cometidos por los dictadores, que hasta hoy continúan funcionando.

Solanas nunca dejó de filmar, desde La Hora de los Hornos, su primer largometraje, causó conmoción política en los años 60, cuando este filme circulaba en la clandestinidad de las dictaduras que sucedían a la Revolución Libertadora, surgida del golpe de Estado contra el presidente Juan Domingo Perón en septiembre de 1955, hasta una de las más conocidas, Memorias del Saqueo, que deja al desnudo las consecuencias del neoliberalismo y el colonialismo.

La Hora de los Hornos, multipremiada y exhibida en distintos países, se convirtió en un símbolo de las resistencia y tuvo una enorme influencia sobre generaciones de documentalistas no solo en Argentina, sino en la región y en el mundo. “Se erigió como cumbre del cine político y testigo de las denuncias de las violencias del neocolonialismo y las esperanzas de liberación del llamado Tercer Mundo en los años 60” señaló el comentarista Adrián Melo, en Tiempo Argentino.

En la ficción El Exilio de Gardel (Tangos) en 1985, y Sur, de 1988, mostraron al gran cineasta que era de una creatividad rayana en la poesía en diversas escenas, que fue destacada en el Festival de Cannes entonces donde Solanas recibió el premio de mejor director, como sucedió en otros festivales.

Ambas películas, cargadas de emotividad y tristeza tienen igualmente un aire luminoso impregnado de las esperanzas de la democracia naciente. Se constituyeron en obras paradigmáticas de la transición. Después en ficción se destacó El Viaje (1992), y La Nube (1998) y el documental, Memorias del Saqueo (2004), La Dignidad de los Nadies (2005), Argentina Latente (2007) entre tantas otras reconocidas en todo el mundo otras.“Sin dudas, con Pino se pierde al último y al mayor documentalista cinematográfico de la historia argentina en clave nacional y popular” señaló Melo.

En tanto Basterra, quien logró rescatar las fotos de los detenidos desaparecidos y de los represores de la Esma, entre ellas la que identificó a Ricardo Miguel Cavallo, detenido en México en 2000, al ser denunciada en una investigación su verdadera identidad y que hoy está condenado aquí a cadena perpetua.

Fue secuestrado el 10 de agosto de 1979 cuando estaba entrando a su casa en Valentín Alsina provincia de Buenos Aires y se llevaron también a su esposa Dora Seoane y su hija María Eva, de dos meses de edad. Siendo obrero gráfico en la Esma fue obligado a trabajar condición de “esclavo” en el sector de documentación, después de pasar los horrores de las torturas.

Por medio de salidas con vigilancia que sucedieron en los últimos tiempos de la dictadura, Basterra pudo ir sacando negativos de fotos y documentos y al salir en libertad, el 3 de diciembre diciembre de 1983, esperó el momento cuando los juicios a las dictaduras militares en 1985, donde su testimonio y las pruebas fueron de extraordinaria importancia.

Desde entonces hasta los últimos días de su vida fue testigo permanente de las atrocidades cometidas por la pasada dictadura. Las Abuelas de Plaza de Mayo recordaron que su declaración en el juicio por el Plan Sistemático de Robo de Bebés y en otras causas, su memoria resultó fundamental para identificar genocidas impunes. Fue una historia de heroísmo y tenacidad, “como que fuimos de alguna manera por amor la voz de los compañeros desaparecidos” dijo Basterra en una de sus declaraciones.