Ciudad de México. En México, el matrimonio infantil ha disminuido, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), ya que mientras el 23.6 por ciento de las féminas nacidas entre 1964 y 1968 se casaron o unieron antes de los 18 años, para quienes nacieron entre 1994 y 1999 esta proporción fue de 20.5 por ciento.
Destaca que las entidades con mayor porcentaje de mujeres que tienen entre 15 y 54 años de edad y que se casaron o unieron antes de cumplir los 18 años son Guerrero (45.6 por ciento), Chiapas (42.1 por ciento), Tabasco (41.1 por ciento), Campeche (39.6 por ciento) y Michoacán (37.7 por ciento).
En un análisis en la materia, expone que el 42.4 por ciento de las mujeres, en dicho rango de edad, en localidades rurales se unieron o casaron antes de los 18 años, casi el doble de aquellas en localidades urbanas (26.4 por ciento). La situación se profundiza entre las mujeres hablantes de lengua indígena, donde el 46.5 por ciento lo hicieron antes de cumplir la mayoría de edad.
El Inmujeres advierte que las uniones tempranas de niñas y adolescentes las coloca en situación de mayor vulnerabilidad y peligro aumentando las probabilidades de que sufran violencia, sobre todo al unirse con hombres mayores. Refiere que según datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016, el 9.8 por ciento de las jóvenes de 15 a 24 años que se casaron o unieron siendo menores, lo hicieron con hombres mayores que ellas por 10 años o más y un 23.9 por ciento lo hizo con varones entre 5 y 9 años más grandes.
De igual manera, tienen altas probabilidades de abandonar la escuela, dado que asumen actividades y responsabilidades de una persona adulta, como las tareas en el hogar y de cuidados. El instituto resalta que en México, el 43.3 por ciento de las jóvenes de 15 a 24 años que se casaron o unieron antes de los 18 años, no asisten a la escuela por esta causa o porque se embarazaron.
En el análisis, señala que las repercusiones del matrimonio infantil sobre la vida de las niñas además de ser una violación a sus derechos humanos, contribuye a perpetuar los estereotipos de género, siendo este tipo de matrimonio una de las formas más generalizadas de abuso sexual, explotación y violencia contra ellas. Además, es un problema de género porque “está orientado por las concepciones que se tienen sobre la valía de las niñas hacia su virginidad y su fecundidad, mismas que no se tienen sobre los niños”.