Madrid. La ciencia de datos y la teoría de redes han sido empleadas por científicos de cinco universidades para desentrañar Canción de hielo y fuego, los libros en los que se basa la serie Juego de Tronos.
El estudio muestra que la forma en que se organizan las interacciones entre los personajes es similar a cómo los humanos mantienen relaciones e interactúan en el mundo real. Además, aunque se sabe que los personajes importantes son eliminados al azar a medida que se cuenta la historia, la cronología subyacente no es tan impredecible, informa la Universidad de Warwick en un comunicado.
El equipo descubrió que, a pesar de más de 2 mil personajes nombrados en Canción de hielo y fuego y más de 41 mil interacciones entre ellos, a nivel de capítulo, estos números promedian para igualar lo que podemos manejar en la vida real. Incluso los personajes más predominantes, los que cuentan la historia, tienen un promedio de sólo 150 a los que seguir la pista. Este es el mismo número para el que ha evolucionado el cerebro humano medio.
Si bien se podría haber esperado que la coincidencia de motivos matemáticos condujera a un guión bastante estrecho, el autor, George R. R. Martin, mantiene la historia burbujeante haciendo que las muertes parezcan aleatorias a medida que se desarrolla la historia.
Pero, como muestra el equipo, cuando se reconstruye la secuencia cronológica, las muertes no son aleatorias en absoluto: más bien, reflejan cómo se distribuyen los eventos comunes para las actividades humanas no violentas en el mundo real.
Juego de Tronos ha invitado a todo tipo de comparaciones con la historia y el mito, y el matrimonio de la ciencia y las humanidades en este artículo abre nuevas vías para los estudios literarios comparados. Muestra, por ejemplo, que se asemeja más a las sagas islandesas que a historias mitológicas como Beowulf de Inglaterra o Táin Bó Cúailnge de Irlanda. El truco en Juego de Tronos, al parecer, es mezclar el realismo y la imprevisibilidad de una manera cognitivamente atractiva.
El estudio ha sido publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) por un equipo de físicos, matemáticos y psicólogos de las universidades de Coventry, Warwick, Limerick, Cambridge y Oxford.