Nueva York. Ante el asalto político de Donald Trump y sus aliados, una constelación de organizaciones progresistas se están dedicando a rescatar la democracia estadunidense, durante y después de las elecciones federales, incluso buscando consejos de aquellos que han logrado frenar intentos de golpes de Estado en otros países.
John Cavanagh, director ejecutivo del Institute for Policy Studies [https://ips-dc.org], el prominente centro en Washington que ha tenido un papel clave en el desarrollo de propuestas políticas progresista a nivel nacional e internacional durante décadas, comenta en entrevista con La Jornada que solo en los últimos tres meses “de repente, toda agrupación progresista que conozco ha girado buena parte de su atención a cómo defender y proteger esta elección”.
Con ello, comenta, “se ha realizado muy rápidamente un trabajo masivo de progresistas sobre los derechos al voto con un reconocimiento muy claro de los horrores generados por Trump en comunidades de color y de gente trabajadora”.
El enfoque particular del mosaico de agrupaciones para la defensa del voto se genera cuando la amenaza de Trump de descarrilar el proceso llega a ser “un peligro masivo, nutrido en las últimas semanas con el complot derechista para secuestrar a la gobernadora de Michigan, y Trump diciendo abiertamente que si no gana será solo porque la elección fue robada por los demócratas”.
Cavanagh detalla algunas partes de este nuevo mosaico de defensa de la democracia. Por ejemplo, una coalición nueva de unos 70 grupos progresistas incluye organizaciones gigantes como Indivisible [https://indivisible.org], la cual surgió despues del triunfo de Trump y que ha ayudado a movilizar a millones de personas y MoveOn [https://front.moveon.org/], que cuenta con millones de miembros, entre otros. Esa coalicion está dedicando la mitad de su atención a promover el voto y la otra mitad a proteger el voto.
El Leadership Conference on Civil and Human Rights [https://civilrights.org] también ha hecho lo mismo. Y otras agrupaciones han surgido sólo en las últimas semanas, como Hold the Line [https://holdthelineguide.com], dedicadas a organizar a nivel local para educar a votantes sobre sus derechos, como a responder a las declaraciones de Trump y sus activistas y exigir que no se cese el conteo de las boletas hasta incluir cada voto.
También hay grupos enfocados en las disputas legales, enviando a abogados e información para educar a autoridades locales y solicitando que reporten cualquier intento de republicanos de suprimir el voto o interrumpir el conteo.
“Somos una comunidad progresista atomizada, pero nos unimos en este tipo de coyunturas y espacios, y me impresiona qué tan rápido lo hemos hecho. Muchos reconocen que Trump podría invitar a sus seguidores a las calles, incluyendo milicias armadas, y la gente está preocupada por eso”, señala Cavanagh, sobre todo aquellos que ya son objeto de violencia racista.
Casi todas estas agrupaciones en defensa del voto están comprometidas con la no violencia, y están ofreciendo incesantes talleres de capacitación para ello.
Ante las amenazas de violencia de agrupaciones derechistas, un par de agrupaciones de veteranos militares progresistas, como VoteVets y Common Defense, han dicho que si Trump decide invitar a sus seguidores violentos a las calles, con algunos armados “se están preparando para desplegar rápidamente a su gente a lugares donde estén presentes milicias y establecer barreras humanas no violentas para proteger a manifestantes pacíficos”, dijo Cavanagh.
Indicó que algunas de estas agrupaciones están buscando “aprender de aquellos en otros países que han enfrentado y frustrado intentos de golpes de Estado y otras maneras de interrumpir los procesos constitucionales. Se han sostenido varios intercambios internacionales sobre esto, y lo que algunos en otros países han aconsejado, entre otras cosas, es buscar a quién puedes convencer desertar de las filas de los golpistas, porque deserciones de alto perfil pueden tener una gran influencia”.
Esta combinación de todos estos esfuerzos, junto con los movimientos como Black Lives y otros “es a nivel tan enorme que yo puedo imaginar a millones de personas en las calles si sucede el peor escenario” con Trump intentando robar la elección.
Cavanagh subraya que la respuesta progresista en esta coyuntura no se explica sin entender la evolución de movimientos progresistas en los últimos años. “Si uno ve nada más la última década, empieza en 2010-11 con Ocupa Wall Street, seguida por Black Lives Matter a partir de 2014, a la resistencia en Standing Rock con los indígenas Sioux, al movimiento MeToo, seguido por el el gran movimiento sobre el cambio climático como también el de control de las armas, muchos encabezados por jóvenes, estos están fluyendo uno en el otro, aun a nivel internacional”.
Más aún, en el plano electoral, surge el movimiento en torno al senador democrático socialista Bernie Sanders en 2016 y de nuevo este año con Sanders y la senadora Elizabeth Warren, como también un movimiento masivo anti Trump encabezado por mujeres cuando él toma la Casa Blanca, y con ello un nuevo interés y urgencia entre progresistas en competir por cargos electorales resultando en triunfos que están elevando una nueva fuerza joven en la legislatura.
Si gana el demócrata Joe Biden, concluye Cavanagh, esta constelación de fuerzas progresistas junto con otras nuevas corrientes, ya cuentan con estrategias para promover los cambios, “y sabemos -no vamos a repetir los errores que cometimos con Barack Obama- que para un 90 por ciento de lo que queremos tendremos que realizar movilizaciones masivas para obtenerlo”.
O sea, una derrota de Trump es, para progresistas, sólo el inicio de un rescate de la democracia estadunidense.