Ciudad de México. Martín, Dulce, Daniel y Pedro son cuatro adolescentes que viven en la Ciudad de México. Cada uno de ellos se destaca por su timidez, la curiosidad sexual, la necesidad y la rabia frente a la sociedad, así como la creatividad de crear su propio lenguaje para comunicarse con los demás. Pero, especialmente por la ausencia de los adultos en sus vidas.

Ánimo Juventud, el nuevo largometraje de ficción del cineasta mexicano Carlos Armella, se estrenará en el Festival Internacional de Cine de Morelia este año, y el próximo —si la pandemia lo permite—, en las salas comerciales.

La cinta surgió después de que el director se encontrara en la calle un grafiti con un mensaje de amor, lo que lo llevó a pensar en la persona que lo habría escrito, a quién iba dirigido y quién podría ser dueña o dueño de esa pared.

“Con base en eso empecé a construir un personaje tímido que no se atreve a hablar de frente, sino que tiene que escribir las cosas en las paredes: Martín. Después apareció Dulce, con la cual él logra cierta empatía. Luego le siguieron las historias de Daniel y Pedro”, dijo en entrevista con La Jornada.

Lo que une a estos cuatro adolescentes es que viven en la capital del país, y que si bien cada uno tiene conflictos diferentes, vistos con cierta distancia pueden parecer graciosos, pero al ponerse en sus zapatos, son dramáticos, explicó el también director de En La Estancia (2014).

“Eso me permitió reflexionar sobre mi adolescencia. Muchas veces los adultos comentan lo horrible que fue esa etapa en su vida. Sin embargo, para mí es una época súper bonita. La pasión y las emociones a flor de piel de ese momento no se vuelven a vivir de la misma manera. Quería transmitir eso a través de estos personajes”, comentó el también realizador de la serie de Netflix Cuando conocí al Chapo (2017).

Tras hacer un casting que ayudó a seleccionar a los intérpretes de la cinta, Armella encontró un gran reto para trabajar con ellos, pues es algo que no había hecho antes: “Los adultos tenemos la perspectiva de lo difícil que es lidiar con los jóvenes, por eso me remití a mi juventud, a ese sentimiento de rebeldía, angustia y amor, para tratar de ponerme en su posición”.

“Hubo que tender puentes con los actores para lograr una buena comunicación. Una diferencia que tienen los adolescentes con un actor más consagrado, es la energía que traen, las ganas de apoyar y salir adelante. Ellos sienten una validación de lo que están haciendo y entonces hacen las cosas con mucho entusiasmo”, mencionó el autor del documental para televisión Oro: El Día que Todo Cambió.

Si bien los cuatro personajes principales y algunos secundarios tienen algo del director, es con Pedro con quien más se identificó a la hora de hacer el guión. “Decidí darle el estandarte de la juventud y del final de la película, porque representa un futuro positivo. Él empieza a abrir un camino donde exige su lugar, respeto y que los adultos lo escuchen; recorre la mitad del camino, pero pide  que los demás caminen la otra mitad”.

Pedro muestra la falta de comunicación, de entendimiento que existe en la actualidad y que con esta película se pretende generar una reflexión y un debate. Para los personajes del filme parte de su conflictos son los adultos, pero eso no quiere decir que son el enemigo. Simplemente, buscan la manera de comunicarse, destacó Carlos Armella.