Ciudad de México. El papa Francisco anunció el nombramiento cardenalicio del obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Felipe Arizmendi Esquivel. La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) informó que el birrete cardenalicio será entregado en el próximo consistorio del 28 de noviembre, en Roma.
Arizmendi Esquivel será el sexto cardenal que actualmente tiene el país, junto con el arzobispo primado de México, Carlos Aguiar Retes; el arzobispo de Guadalajara, José Francisco Robles Ortega; el arzobispo emérito de México, Norberto Rivera Carrera; el arzobispo de Morelia, Alberto Suárez Inda, y el arzobispo emérito de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez.
El obispo emérito de San Cristóbal de las Casas nació el primero de mayo de 1940 en el estado de México, se ordenó como sacerdote el 25 de agosto de 1963. Fue obispo de Tapachula de 1991 a 2000 y sacerdote en la Arquidiócesis de Toluca desde su ordenación en 1963 hasta su nombramiento episcopal.
El 3 de noviembre de 2017 le fue aceptada la renuncia por edad al gobierno eclesiástico de San Cristóbal de las Casas por el Papa Francisco.
El Centro Católico Multimedial (CCM) expuso que para la Iglesia católica, imponer el birrete cardenalicio “implica una especialísima deferencia del pontífice a un obispo destacado por sus calidades, sapiencia o labor pastoral”.
Indicó que Arizmendi Esquivel “se convierte en un cardenal sui generis a los que ha acostumbrado el Papa Francisco. Eliminando esas tradiciones de capelos a las iglesias preponderantes, voltear a las periferias es poner los ojos sobre comunidades católicas que jamás se hubieran imaginado”.
Añadió que “los méritos del neocardenal podrían darse en esta consolidación de la pastoral indígena preponderantemente impulsada con don Samuel Ruiz García”.
El CCM destacó que pese a la designación,Arizmendi Esquivel ya no puede ser Papa. “No puede participar en un cónclave para elegir o ser votado”. Prácticamente, agregó, Francisco ha hecho una deferencia a la persona del obispo emérito de San Cristóbal de las Casas.
“Un homenaje a sus predecesores, tal como sucedió con el cardenalato concedido a Gregorio Rosa Chávez, auxiliar de San Salvador e impulsor de la causa de canonización del arzobispo mártir Óscar Romero, y un urgente llamado a reconocer los valores y tesoro de los pueblos y comunidades indígenas de México y Latinoamérica, imponiéndoles a vivir en el descarte y las periferias, venciendo las polarizaciones causadas por estériles exigencias a pedir perdón en una especie de revancha política”, resaltó.