Ciudad de México. Es una maldición haber escrito esta novela, confesó Gonzalo Celorio sobre Los apóstatas, la tercera entrega de una saga familiar en la que historias, personajes e incidentes íntimos se entremezclan con algunos de los grandes episodios y utopías del siglo XX.
“El libro empieza con una frase terrible: 'Maldita sea la hora en que se me ocurrió escribir esta novela', porque descubre una serie de fenómenos nada gratos, más bien muy ominosos, tristes, lamentables, y el hecho de escribirlo y publicarlo no deja de ser un conflicto”, afirmó.
El volumen, publicado por Tusquets, fue presentado la noche de este viernes con una mesa virtual en la que participaron los escritores Rosa Beltrán y Sergio Ramírez, además del autor. Una sesión de una hora en la que se reconoció la poderosa pluma del narrador, así como su valentía para compartir esa “indagación dolorosa” sobre los secretos de sus seres queridos.
Precedida de Tres lindas cubanas (2006) y El metal y la escoria (2014), esta nueva entrega, además de dolorosa, es crítica y denunciatoria y en ella Gonzalo Celorio reconstruye un retrato desgarrador de su familia, pero también de un tiempo y un país, según se dijo en la presentación.
Cuenta la historia de dos de los 12 hermanos, Eduardo y Miguel, que decidieron ingresar a órdenes religiosas diferentes a las que por circunstancias que se revelan en la trama no sólo determinaron abandonar, sino incluso por las que renunciaron a su fe.
“Es una novela triste, porque revela las historias paralelas de dos grandes claudicaciones, de dos grandes apostasías, pero no nada más se trata de dos apóstatas, sino de tres, porque el tercero soy yo, como lo digo en el epílogo”, aclaró Gonzalo Celorio.
“Después de esta novela, tengo también esta visión claudicante de muchas de las utopías que finalmente abrazamos con mucho fervor en nuestra juventud y que hemos visto cómo, lamentablemente, han fracasado”.
Sergio Ramírez reconoció la manera en la que el autor, en Los apóstatas, se asoma con mucha valentía y sin vértigo al abismo de su familia para desentrañar secretos que nadie conoce.
“Es un conflicto interno muy importante para un escritor la valentía para asomarse a ese abismo y después decir que el deber del novelista es escribir lo que tiene de frente. El cronista no debe dejar de hacer su oficio, decía Ernesto Cardenal”, destacó el autor nicaragüense, colaborador de La Jornada.
“Las confesiones tienen que ser verdaderas. Lo que encuentro muy importante en esta novela de Gonzalo es que no hay reservas. Es una confesión de viva voz en un muy hermoso libro”.
Rosa Beltrán resaltó que a pesar de su dureza, de que no transmite la alegría y la felicidad del mundo, Los apóstatas es un libro intenso, profundo y muy actual que recorre distintas décadas del siglo XX y parte del XXI.
“Es un libro sobre utopías calcinadas, y ésta es una parte tremenda, porque nos permite recorrer la vida de dos personajes que tienen que ver con la vida del autor” y al mismo tiempo con dos utopías arraigadas en las grandes esperanzas del siglo XX, las utopías latinoamericanas contra las dictaduras, añadió.