Santiago. Chile decidirá el domingo 25 octubre acerca de cómo recorrer un inédito camino constituyente que, de resultar exitoso, significará la sepultura de lo que hasta ahora pareció un designio fatal: la constitución del dictador Pinochet que, a base de imponer quórums parlamentarios supra mayoritarios para cualquier reforma significativa, acorazó al régimen ultra neoliberal.
Unos 15 millones de ciudadanos podrán votar voluntariamente "apruebo" o "rechazo" y también acerca del órgano para redactarla: una "convención constitucional" paritaria de 155 miembros electos, o una "mixta" de 172 integrantes, mitad electos y mitad parlamentarios en ejercicio autodesignados. Los "convencionistas" se elegirán en abril y dispondrán de ocho meses prorrogables por tres para producir la Carta magna, que será sometida a plebiscito ratificatorio de voto obligatorio.
Todo indica que ganarán fácilmente el "apruebo" y la "convención constitucional": una encuesta de PanelCiudadano.cl proyecta que el 81,4 por ciento votará "apruebo" y que el 76 por ciento optará por "convención constitucional". Pero la incógnita es la participación, tanto por el temor al contagio del Covid-19 como porque la abstención en Chile es alta, superior al 50 por ciento. La proyección acerca del "votante probable" estableció que el 64 por ciento irá a sufragar, incluso con rebrote de la pandemia.
"Hay inquietud al respecto, ha habido mucha información de las condiciones para votar que es la gran preocupación ciudadana y el gobierno está expectante, han estado informando y alentando que la gente participe y creo que están previniendo que ganará el apruebo, que habrá más de 50 por ciento de participación. Para el gobierno y la derecha el tema será cómo se suben al árbol constitucional, para ellos siempre ha sido incómodo resistir el cambio a la constitución", comentó Claudio Fuentes, doctor en ciencia política y profesor de la Universidad Diego Portales.
También la violencia ha sido tema recurrente en las últimas semanas, porque la derecha partidaria del "rechazo" se ha esmerado en asociarla con el "apruebo" y con la convulsión y escasa gobernabilidad que ha caracterizado a Chile desde octubre de 2019, cuando estallaron las protestas en rechazo al modelo neoliberal y en demanda de garantías sociales, que derivaron en la exigir una nueva constitución.
"Va a tener una baja repercusión -dice Claudio Fuentes-, las decisiones en la ciudadanía están hace tiempo tomadas y todas las encuestas muestran bastante consistencia y no alteración de las percepciones, entonces dudo que sea impactante en variar el voto, porque había muy poco voto indeciso".
Axel Callís, sociólogo y director de la encuestadora TuInfluyes.com, recuerda que en el plebiscito de 1988 (cuando se decidió en torno a la continuidad de la dictadura de Pinochet) votó el 90 ciento de los mayores de 18 años y que si eso se lleva a números actuales, deberían votar 13 millones de personas. "Pero como tenemos una inercia electoral basada en el voto voluntario, creo que la participación estará alrededor de los 8 millones 200 mil, de ahí hacia arriba, hasta unos 8 millones 700 mil, lo cual ya es una participación alta", afirma.
"Mi proyección es que esto será 80 a 20, pero la experiencia dice que los plebiscitos ocultan un voto, o sea, aquí podría haber un rechazo oculto que dejaría las cosas en torno al 70 a 30", vaticina.
En cuanto al clima país, dice que si votan pocos (menos de 6 millones 500 mil), "habrá un cuestionamiento desde la derecha por la legitimidad, lo mismo que desde el mundo que no participa de la calle", lo cual implica que "el inicio del camino constitucional no va a tener un respaldo ciudadano macizo". Al contrario, "si vota mucha gente el clima cambiará favorablemente porque se van a diluir los extremos con una votación masiva superior a los 8 ó 9 millones de votos".
También proyecta que la participación de los jóvenes podría aumentar sustantivamente. Las mujeres de 18 a 34 años vienen votando en torno al 4o por ciento y los hombres el 33 por ciento. Lo que se percibe es que llegaría hasta el 50 por ciento, compensando la baja prevista de los mayores de 65 que votan en torno al 63 por ciento.