La reconstrucción de la ópera y, en general, de las artes escénicas después de la pandemia será imposible sin la participación determinante del Estado, afirmó el director escénico argentino Marcelo Lombardero.
“Nada se salva solo sin una fuerte presencia del Estado”, destacó el ex director artístico del emblemático Teatro Colón, de Argentina, quien resaltó cómo los gobiernos en gran parte del mundo han relegado su responsabilidad con respecto a la cultura.
“La contradicción ahora es que los Estados quieren deshacerse de esas instituciones mamotréticas que son los teatros de ópera. De hecho, el teatro, la música y el teatro musical no ocupan hoy el lugar que tenían en otras épocas dentro de la idea de la política”, explicó.
“Los políticos, en general, se dieron cuenta de que la cultura no les da votos, sino que, por el contrario, les saca dinero que pueden emplear en otras actividades que pueden resultarles más redituables en términos electorales, y ese es el problema”.
Marcelo Lombardero participó en la mesa Los posibles futuros de la ópera, realizada la noche de este miércoles como parte de la jornada La infección en la ópera, en la que se revisó la relación histórica entre ese género artístico y las enfermedades, a iniciativa de El Aleph. Festival de Arte y Ciencia, Ópera Latinoamérica y Hablemos de ópera.
Acompañado de la compositora Gabriela Ortiz y el director de orquesta Iván López Reynoso, ambos de México, el creador escénico sudamericano destacó que la ópera o teatro musical, como él prefiere denominarlo, experimentaba problemas de salud desde antes de la actual emergencia sanitaria.
“Las crisis de teatros como la Ópera de París o el Metropolitan Ópera House (Met) de Nueva York no empezaron con la pandemia, sino que vienen desde antes. De hecho, la Ópera de París estaba fundida en octubre, algo similar que el Met. En algún punto la pandemia los vino a ayudar, vino en su auxilio. Lo digo en términos brutales”, sostuvo.
Afirmó que el teatro musical es un hecho contrafáctico y ansistémico, por lo cual resulta peligroso para los gobiernos y éstos lo atacan de alguna manera: “Tenemos que luchar contra esos anticuerpos que nos propone el sistema para, de alguna manera, sobrevivir en este mundo donde está todo casi infectado”.
Gabriela Ortiz, en consonancia con Lombardero, consideró que es imposible vislumbrar el presente y el futuro de la ópera si no hay apoyos por parte de los Estados.
“Se deben abrir las posibilidades y los canales porque, si no, es muy difícil que nosotros como artistas podamos seguir creando. No hay de otra".
A su decir, es momento de que la ópera tome más riesgos y no dé la espalda a los grandes temas de nuestra época, por ejemplo, el problema del racismo o las movilizaciones feministas en América Latina, con el propósito de abrir más canales y captar a nuevos y mayores públicos. “Si la ópera sigue hablando de lo mismo, creo que se cerrarían los caminos”, remarcó.