Ciudad de México. No es Rita Heyworth, sino otra actriz que salió de una vieja revista francesa, precisó el artista Vicente Rojo sobre la mujer de la icónica portada que diseñó a principio de la década de los 80 para la primera edición de Las batallas en el desierto, la legendaria novela de José Emilio Pacheco.
Entre recuerdos, anécdotas y una que otra aclaración, como la referida, transcurrió el conversatorio que el pintor y escultor sostuvo la noche del viernes con la escritora y periodista Cristina Pacheco y la historiadora del arte Amanda de la Garza, directora de Artes Visuales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Con esa actividad fue clausurado el encuentro Inventario de José Emilio Pacheco: Diálogos entre el arte, la literatura y la ciudad, organizado por la Cátedra Extraordinaria José Emilio Pacheco de Fomento a la Lectura, de la UNAM, en homenaje a aquel escritor, ensayista y poeta (1939-2014).
Vicente Rojo habló del medio siglo de amistad y relación de trabajo que lo unió a aquel poeta, narrador, traductor y ensayista, a quien conoció cuando éste tenía entre 20 o 22 años y apenas comenzaba la que habría de ser una brillante carrera que lo encumbró como una de las grandes figuras de las letras y la cultura en México.
“Fue una relación muy importante para mí. En algún momento, él dijo que yo le había ayudado, sobre todo en sus comienzos; soy siete años mayor que él y eso no era poca cosa, entre los 20 y los 27 años sí cuentan”, indicó
“Pero a lo largo de toda esta relación, para mí fue muy importante, porque me iba dando cuenta de cómo la cosa eran al revés: que él tenía muchos años más que yo y una obra impresionante; me sentí muy cercano a él. En muchos espacios y lugares, dijo que él quería escribir para que yo hiciera las portadas de sus libros”.
Al respecto, Cristina Pacheco, quien fue la pareja sentimental de José Emilio Pacheco, aseguró que esos 50 años de amistad y colaboración fueron muy importantes para la cultura en México.
Ello, comentó, porque se encontraron dos lenguajes: el de la forma y el color y el de las palabras, relación que se expresó en los libros que ambos hicieron de manera conjunta, en el que cada uno hizo su trabajo aparte, como en Jardín de niños y Circos.
“Había una complicidad amistosa, una aceptación entre ellos”, agregó la escritora, periodista, y colaboradora de La Jornada. “No sé si llamarlo trabajo colaborativo. En ese encuentro de José Emilio y Vicente hay azares de la vida, cuestiones profesionales, pero algo muy importante es que el de ambos son dos lenguajes completamente distintos pero a la vez completamente iguales, en cuanto a lo hermético y que no buscan nada más que comunicar algo.
Entre otros aspectos, Cristina Pacheco contó de la personalidad reservada y discreta de José Emilio Pacheco, de su poco gusto por salir a la calle y su gran interés por el trabajo de los artistas plásticos, mientras que Vicente Rojo recordó cómo en el escritor convivían dos vetas: una relacionada con lo catastrófico, la más conocida, y, la otra, la del sentido del humor, que se conoce muy poco y a la que consideró muy importante.