Ciudad de México La pandemia por Covid-19 ha situado a la humanidad en el umbral de una gran transformación, según la investigadora y gestora cultural Cynthia García Leyva, directora de Casa de Lago.
Se está “apuntalando un cambio de mundo”, opina, aunque es cautelosa en definirlo como una revolución histórica y mucho menos si ese proceso, afirma, se sustenta en tratar de traducir el mundo al ámbito virtual, como sucede en la actualidad ante la emergencia sanitaria.
La académica, docente universitaria y programadora artística aborda el tema en entrevista a propósito de su participación en el ciclo de conversatorios virtuales Formación artística. Experiencias y reflexiones ante la virtualidad necesaria, que se realiza desde este martes y hasta el 16 de octubre de manera digital.
La organización de ese encuentro se debe a la oficina en México de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y la Coordinación de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entre otras instancias, y las sesiones pueden seguirse en el canal en Youtube de la primera en mención, a las 13 horas.
Cynthia García Leyva moderará la quinta mesa, el 16 de octubre: Tiempo, espacio, en viraje: ¿documentar y archivar en la virtualidad pandémica?, cuyo objetivo es pensar cuáles son las posibilidades de la documentación virtual y digital en la etapa pandémica.
En su opinión, la manera en que se entiende y usa el concepto virtual por las mayorías, como algo sólo vinculado a lo digital, a lo que está en una pantalla, es una visión empobrecida que reduce el mundo.
“Si revisamos el término en otras de sus acepciones: como una extensión, una potencia, existe ahí una riqueza enorme, y ni siquiera es algo de este 2020 ni de la pandemia, sino que está marcada en la historia de internet la inmensa cantidad de cosas que han podido extenderse o potenciarse desde la virtualidad”, indica.
De acuerdo con la especialista, restringir el entendimiento del internet a sólo una ventana para tratar de traducir el mundo hacia un rectángulo y no para acceder hacia el exterior, implica un peligro muy fuerte en términos de educación, programación, difusión y consumo culturales.
“Para empezar, no todo el mundo cabe allí. No todos tienen conocimientos básicos de esa herramienta; hace falta mucho trabajo de alfabetización incluso en los docentes, en quienes hacemos gestión cultural o quienes programamos actividades artísticas, y por supuesto en el propio público y la gente por la que se hace todo esto, la ciudadanía”, explica.
“Entonces, es un problema que toca, desde luego, una mirada interdisciplinaria. No se puede pensar en una cambio de la formación artística en la virtualidad si no se atienden políticas de Estado que estén pensando de manera tecnológica en cuanto a infraestructura, de manera ética en cuanto a tratamiento de esa estructura y, por supuesto, de manera creativa y crítica de lo que significa esa virtualidad.
“Creo que hay mucho por hacer. En estos meses de confinamiento hemos tenido –y un poco el ciclo de conversatorios se ocupa de eso-- errores, fracasos, pero también aciertos y ventajas”.