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Violencia, la peor arma política del movimiento feminista: Carmen Boullosa

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En la imagen, la poeta, novelista y dramturga Carmen Boullosa. Foto Daniel Mordzinski
11 de octubre de 2020 10:36

Ciudad de México. La violencia en el movimiento feminista no es buena arma política, dice la escritora Carmen Boullosa. Entiendo muy bien que hay furia, violencia, enfado, pero es la peor arma política, porque la violencia solamente crea represión y reticencia de la población, dice en entrevista con motivo de su nueva novela, El libro de Eva.

Publicado por la editorial Alfaguara, este libro ofrece la versión de Eva acerca de lo que sucedió en el paraíso, y genera una reflexión en torno a lo que vive la mujer en pleno siglo XXI, el feminismo, la violencia, la falta de equidad.

Al respecto Boullosa (Ciudad de México, 1954) recuerda: “Tuve la suerte de llegar a mi adolescencia cuando mujeres un poco mayores que yo, muy poco, hicieron estallar la segunda ola del feminismo en México. Era un movimiento pequeño que incidió en mi generación, sobre todo en ese espacio, en esa conquista de la libertad de imaginación y de creer que tienes tu propia voz.

“La generación de poetas mujeres formidables en la que tuve la suerte de estar no se explica sin la segunda ola del feminismo que, sin duda, fue lo mejor del siglo XX, pero no suficiente.

“De esta manera entramos al siglo XXI con una inequidad mucho mayor; y sí, hoy hay muchas más mujeres con voces increíbles y tenemos al mismo tiempo la siguiente ola de feminismo –creo que es la quinta– y ya no es un grupo pequeño de una élite pensante, sino que es masivo. La marcha del 8 del marzo fue algo tan extraordinario. Todo esto es increíble, y lo celebro.

“Entiendo también muy bien que hay furia, que hay violencia, enfado, y es la peor arma política, porque la violencia solamente crea represión y crea otra vez reticencia de la población. La violencia no es buena arma política, pensándolo con la cabeza fría, pero entiendo porque no tienen la cabeza fría, entiendo perfectamente que la institución es la violencia. Lo comprendo, simpatizo. Si yo fuese una recomendadora, que no puedo ser, diría: ‘entiendo muy bien la violencia, pero no es una buena arma política, porque es escupir para arriba’.

No creo que esto hable fuerte, sino que cierra puertas, ventanas. Es muy necesario mover pisos en una estructura social que ha conducido a la hecatombe ecológica y a una generación continua de violencia: económica, donde tanta gente vive en estado de extrema miseria; doméstica, de violencia política, etcétera. Veo con entusiasmo, con enorme simpatía, con emoción, este movimiento, pero veo también el lado de la violencia, y me preocupa que sea la condena de este movimiento.

El papel de las artes

–Y ante esta situación, ¿qué le toca a la literatura?

–Siempre tiene un trabajo importantísimo, como la pintura, la música, todas las artes, porque cuando uno estudia obras anteriores estudia la belleza, pero también lo que nos está diciendo, porque se transparenta el contexto, se ve lo que está alrededor. La literatura no es ni una curita, ni un poquito de mertiolate, ni un recetario: es la expresión más pura de un momento y el espejo en el que nos vemos y en el que comprendemos ese laberinto tan de difícil desciframiento que es la realidad humana. Cancelar el apoyo a la literatura, a las artes, es suicida.

Respecto de El libro de Eva, Carmen Boullosa plantea que el mito tradicional da a Eva el papel protagonista en una revolución fracasada al morder la manzana y ser expulsada, junto con Adán, del paraíso.

En esta novela se trata de una revolución triunfante. Mi lectura de Eva ve diferentes las cosas, porque creo que el verdadero paraíso es la vida en la tierra, expresa la narradora en entrevista con motivo de su nueva novela El libro de Eva.

Es Eva quien cuenta su propia versión en este libro, publicado por Alfaguara, desde el Génesis a la caída de la Torre de Babel, una mujer que no nace de la costilla del otro, que come esa manzana y al salir del paraíso “se encuentra con la vida y con un compañero que primero participa de la aventura, pero cuando ella construye su propio cuerpo le da un clítoris y Adán no puede con la envidia del clítoris.

La verdad, aquí entre nosotras, me parece que la envidia del clítoris ha sido algo que a lo largo de los siglos ha causado este deseo de subyugar a la mujer.

Esta envidia, sumada a la de tener la capacidad de tener hijos, la envidia de no tener el poder generador, crea en la cultura occidental el deseo de venganza, de sujeción y de rencor contra las mujeres. Eva, en esta novela, construye su propio erotismo, “lo descubre, lo aumenta, lo convierte en esa de experiencia enorme que es la experiencia del erotismo, que es una experiencia de transformación; Adán trata de imitarla, pero está, de alguna manera, envenenado de envidia y no es lo mismo.

El factor violencia aparece, desgraciadamente. Está presente en la cultura occidental, ligada a la idea de lo masculino.

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