Moscú. Una lluvia de proyectiles cayó este domingo sobre Stepanakert, capital de Nagorno-Karabaj –enclave armenio en suelo formalmente azerí–, mientras el ejército de Armenia (camuflado como unidades de defensa karabajíes) trató de impedir que las fuerzas armadas de Azerbaiyán, con ayuda de asesores militares turcos, alcanzaran sus objetivos mediante incursiones de aviones, drones, artillería y misiles balísticos de largo alcance de fabricación israelí y, en respuesta, comenzó a atacar con misiles rusos instalaciones de infraestructura en territorio azerí.
Hasta hoy no ha sido posible establecer un alto al fuego, ni siquiera temporal por razones humanitarias, como demanda hacer de inmediato a ambos países el Grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa con el propósito de retirar los cadáveres de los campos de batalla y facilitar la salida de la población civil de la zona de conflicto, una semana después de iniciadas las hostilidades.
Armenia asevera estar dispuesta a negociar, pero aclara que sólo a partir de que se reconozcan los límites de Nagorno-Karabaj con los siete distritos adyacentes que controla, considerados por Yereván desde 1994 “franja de seguridad” y por Bakú “suelo azerí ocupado”, oferta que Azerbaiyán rechaza, advirtiendo que no habrá paz hasta que restablezca su integridad territorial.
Entretanto, ambos gobernantes apelan al sentimiento patriótico de su población: el premier armenio Nikol Pashinian, en un mensaje a la nación, acusó a Azerbaiyán y Turquía de perseguir como fin “el exterminio de los armenios”, en tanto el presidente azerí Ilham Alilyev puso el acento en que la ofensiva bélica ha permitido recuperar numerosos poblados y una ciudad dentro de los territorios ocupados.
Los éxitos militares de cada parte tienen de inmediato el respectivo desmentido, lo cual complica saber qué tan ciertas son las afirmaciones de que los armenios destruyeron con misiles el aeropuerto de Gianzha o que los azeríes tomaron el control sobre la ciudad de Jabrayil, por mencionar sólo dos ejemplos de este domingo.
Rusia, interesada en mantener buenas relaciones con ambos contendientes, redobla sus gestiones diplomáticas en favor de establecer un alto el fuego y confía en que las hostilidades no salgan de los límites de Nagorno-Karabaj y la “franja de seguridad”, pues se vería obligada a prestar asistencia militar a Armenia, involucrándose en una guerra que trata de evitar al contar Azerbaiyán con el abierto respaldo de Turquía, miembro de la Alianza Noratlántica.
Armenia pidió a Rusia desplegar “fuerzas de pacificación” en la zona del conflicto, pero el Kremlin declaró que sólo lo hará si lo solicitan todas las partes implicadas, es decir, si también se tiene el visto bueno de Azerbaiyán, lo que por ahora se excluye.
Continúan las protestas en Bielorrusia
Más de cien mil personas protestaron este domingo en Minsk –igual que todos los fines de semana desde los comicios del 9 de agosto anterior– contra la sexta reelección del presidente Aleksandr Lukashenko, producto de un fraude en opinión de la oposición.
En esta ocasión la enésima manifestación de repudio a Lukashenko tuvo como lema principal exigir la libertad de todos los presos políticos. Como suelen proceder, las autoridades dificultaron al máximo la concentración de los inconformes, con las habituales detenciones previas al comienzo de la marcha, estaciones de Metro cerradas, celulares e Internet bloqueados y despliegue de policías, soldados y efectivos de unidades antidisturbios.
Hubo también en la capital bielorrusa carros blindados y cañones de agua, que no amedrentaron a los manifestantes. Este domingo incluso dejó una imagen insólita: un cañón de agua, volteado sobre el asfalto e inservible por una multitud que aguantó los primeros chorros del líquido y arremetió contra el artefacto, permitiendo que la manifestación siguiera avanzando.
La protesta, como otras veces, no se limitó a Minsk y asimismo tuvo como escenario muchas ciudades del interior de Bielorrusia.
Los combates violentos en la región disputada de Nagorno-Karabaj se intensificaron luego que fuerzas armenias bombardearon la ciudad azerbaiyana de Ganja, en represalia por ataques contra la capital del territorio separatista. Vía Graphic News