Ciudad de México. A un año de su fallecimiento, el historiador y experto en filosofía náhuatl Miguel León-Portilla (1926-2019 ) fue objeto de un homenaje organizado de manera virtual por la Academia Mexicana de la Lengua, en el que participaron su viuda Ascensión Hernández Triviño, Eduardo Matos Moctezuma, Diego Valadés, Fernando Serrano Migallón, Javier Garciadiego y Rodrigo Martínez Baracs.
En el acto transmitido hoy por Facebook Live de la Academia Mexicana de la Lengua (https://www.facebook.com/AcademiaMexicanaDeLaLengua/), Ascensión Hernández Triviño recordó que al autor de le gustaba presumir que era el decadísimo de la institución.
“Miguel León-Portilla fue académico casi 60 años, de 1961 a 2019. Todos los directores lo trataban no como el más viejo, sino como el más arraigado en la casa, el que había estado presente siempre en las reuniones estatutarias o actos importantes del mundo de la lengua española”.
En su intervención, la compañera de vida del historiador evocó el discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua del último gran tlamatini (hombre sabio, en náhuatl). Sostuvo que es importante recordar ese discurso centrado en los maestros prehispánicos de la palabra porque León-Portilla “escogió un tema literario y lingüístico. La poesía como expresión de pensamiento, sobre la belleza de la vida, la relación del hombre con el universo y el destino del hombre en el más allá”.
Hernández Triviño agradeció el homenaje porque “revela el amor y la generosidad y el sentido de amistad de los académicos”.
El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma explicó que el homenaje se realizaba en honor “a la figura de un gran investigador, de un gran maestro como lo fue y lo es a través de sus libros don Miguel León-Portilla”.
Comentó que la presencia del experto en filosofía náhuatl se nota sobre todo en la formación de nuevos cuadros de investigadores, de las personas que lo seguían en diferentes aspectos, en la antropología, en la historia, y en las lenguas indígenas.
De manera especial Matos Moctezuma recordó el libro México-Tenochtitlan: su tiempo y espacio sagrados porque Miguel León-Portilla con el manejo que tenía de los códices, de las fuentes históricas y de la arqueología “nos estaba obsequiando el alfa y omega de lo que era el Templo Mayor, sus esencias míticas”.
El investigador emérito del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Diego Valadés, hizo referencia a la memoria y personalidad del historiador. Describió el trabajo de León-Portilla en cinco perspectivas: la obra escrita, la dicha, la hecha, la dirigida y la inspirada.
Sobre la escrita explicó que ésta es muy amplia y comprende textos de historia, filología, de poesía, pero que en su obra dicha enseñaba lo mismo cuando escribía que cuando hablaba; “su palabra era simpática, inteligente, erudita, aguda”.
El jurista Fernando Serrano Migallón en su turno expresó que para Miguel León-Portilla la universidad fue su vida y como docente además de transmitir sus conocimientos creaba inquietudes en sus alumnos, les abrió caminos y preguntas y destacó que la mejor obra del historiador fueron sus alumnos ya que siguen su rastro en la investigación y en la docencia en México.
En el homenaje, el historiador Rodrigo Martínez Baracs afirmó que “hay un México antes y un México después de Miguel León-Portilla en términos de esa conciencia que todos tenemos de nuestras raíces indígenas y la importancia de la visión indígena en nuestra historia”.
Javier Garciadiego añadió que para León-Portilla los indígenas mexicanos no fueron solo un objeto de estudio académico, sino que se comprometió con los indígenas vivos. “No era solo un académico, era un humanista como lo fueron en el siglo XVI en el sentido de preocuparse por los seres humanos y en este caso por los indígenas de hoy”.