A diferencia de su hermano mayor, Julio César júnior, quien atrajo la atención y las esperanzas de revivir la gloria de su padre al replicar hasta el nombre, Omar parece más discreto en la vida pública. Ambos siguieron la carrera del pugilismo, con aspiraciones similares y resultados diferentes, pero con tropiezos que los hermana más allá de la sangre.
Omar no elude cada error que ha cometido. Asume que en el trayecto de estos años ya son considerables. Pero si algo no piensa agregar, es esconderse tras el escudo de los pretextos, aunque no deja pasar que su apellido amplifica cada fallida decisión hasta llegar a grados a veces injustos.
Sí, hemos sido indisciplinados, pero también ya se nos quedó la mala fama
, dice sin ánimo de negar lo evidente; se vale la crítica, no vamos a ocultar que lo hemos hecho mal, pero sí pesa más esa mala fama que el mismo apellido
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Nadie sabe lo duro que es convivir con una presencia que algunos consideran casi sagrada en la historia del deporte y la cultura popular. Ser hijo de Chávez también significa convivir con una fuerza impredecible, con un carácter volcánico. Hay innumerables episodios donde el veterano ex campeón reprende con severidad a sus hijos en entrenamientos y peleas; les grita al pie del cuadrilátero.
Anécdota
En el libro biográfico Julio César Chávez. La verdadera historia, hay una anécdota contada por Rodolfo, hermano del legendario ex boxeador y entrenador de sus sobrinos.
Omar era el más inquieto y no recuerdo por qué motivo, pero sin razón suficiente, Julio (padre) le pegó una cachetada al niño
, relata en el libro; él sólo agachó la cabeza sin recriminarle nada a su papá
.
Pese a todo lo complejo, no deja de admirar a su padre. A estas alturas de su vida como adulto, sin embargo, se esfuerza por ser como cualquier hombre que trata de vivir de su trabajo, de llevar sustento a su familia. Contra la herencia, quiere ser un Chávez independiente.
Uno tiene un nombre por herencia, pero trato de no pensar en eso, que soy un Chávez
, reflexiona; al final soy un hombre que quiere trabajar y tiene su oficio, una carrera bonita u horrible, eso ya lo dirán los demás, pero es mía. Tengo derecho de ganarme la vida como cualquier persona
.
Por eso también defiende con genuino ardor a su hermano Julio César, quien en años recientes se ha convertido en un personaje polémico en redes sociales. Aparece contando fajos de billetes de dólares después de una más de sus derrotas, comete pifias hilarantes, baila calzado en tacones; parece más un comediante que un peleador que aspira a recuperar un campeonato.
Lo insultan, le dicen ridículo y que sólo le interesa el dinero
, ataja Omar; pero que yo sepa, nadie le paga por hacer esos videos. A lo mejor sí es un loco, pero no le hace daño a nadie
.
Este viernes, Julio César padre hará su tercera pelea de exhibición benéfica ante Jorge Travieso Arce. Para esta versión, reaparecerá sobre el cuadrilátero el Júnior.
El menor de los Chávez admite que hubiera querido estar en el cartel, pero no estaba en condiciones tras un año difícil desde su último combate y seis meses inactivo por la pandemia. No podía arriesgarse a fallar en una noche como esa.
Omar regresará el próximo diciembre. Tiene como antecedente una derrota en junio de 2019. En un año crítico para la humanidad por la pandemia de coronavirus, y mientras habla de su regreso, ni siquiera le pasa por la mente pensar en sus ganancias ante la disminución de los sueldos en el boxeo.
En un año tan jodido como este, con tanto sufrimiento, no podemos ponernos a pensar en el dinero
, afirma; lo importante hoy es tener trabajo; me preocupa lo mismo que a cualquier persona en este país
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