Moscú. Cuarenta y tres días después de los fraudulentos comicios que hacen posible que Aleksandr Lukashenko intente consumar su sexta relección como presidente de Bielorrusia, se mantiene el pulso entre un gobernante que rechaza dimitir y una población –cientos de miles de personas sin temor a expresar su inconformidad en la calle y el resto en cómplice silencio por miedo a quedar también en la calle pero sin empleo– que exige que se vaya y clama por celebrar nuevas elecciones, en un protesta pacífica que recibe como respuesta, en lugar de voluntad de diálogo, una represión cada vez más brutal.
El sábado anterior la tradicional marcha de las mujeres terminó con más de 300 detenidas y este domingo, desde antes de comenzar, durante y después de la manifestación, esta vez llamada de la dignidad, asimismo hubo cientos de arrestos, lo cual no impidió que decenas de miles de personas marcharan por las calles principales de Minsk coreando: ¡No olvidaremos, jamás perdonaremos! (la represión)
y otras consignas dedicadas a Lukashenko.
En esta ocasión asistieron entre 50 y 70 mil personas, menos que el domingo pasado, cuando se estimó que lo hicieron entre 100 y 150 mil, aunque mucho más de lo que podría esperarse por los obstáculos que pusieron las autoridades en la capital de Bielorrusia: en su camino al punto de reunión, muchos manifestantes se encontraron con estaciones del Metro cerradas, telefonía celular e Internet bloqueados, despliegue de carros blindados y camiones con tropas, calles cerradas con alambres de púas y numerosos cordones policiales que impedían el paso.
En algunas ciudades, como Grod-no, las fuerzas del orden lanzaron gas lacrimógeno contra personas desarmadas, en otras utilizaron cañones de agua.
El canal de información Nexta, que funciona desde la aplicación Telegram, reveló la identidad de más de mil policías y agentes de seguridad –la mayoría, ocultos tras un pasamontañas– que participaron en la represión de la marcha de las mujeres del sábado, amenazando con publicar los datos privados de quienes sigan cumpliendo las órdenes criminales
de sus superiores.
Del embate contra la oposición da idea la persecución de los miembros de primer nivel en los equipos de campaña de candidatos que desafiaron al gobernante bielorruso en los comicios del 9 de agosto anterior: desde que comenzaron las protestas, 61 de ellos están en prisión, bajo acusaciones a cual más absurda, y 13 tuvieron que exiliarse por amenazas y chantaje.