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"Que grite la economía" / Peter Kornbluh

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El ex presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon. Foto tomada de la página web whitehouse.gov
16 de septiembre de 2020 22:06

El 15 de septiembre de 1970, durante una reunión de 20 minutos en la Oficina Oval, entre las 3:25 y las 3:45 de la tarde, el presidente Richard Nixon ordenó a la CIA promover un golpe militar en Chile. Según notas manuscritas tomadas por el director de la agencia, Richard Helms, Nixon giró órdenes explícitas para evitar que el nuevo presidente de Chile, Salvador Allende, tomara posesión de su cargo en noviembre… o crear condiciones para derrocarlo en caso de que asumiera la presidencia.

Una probabilidad de una en 10, quizá, pero salven a Chile.” “No importan los riesgos”. Helms garrapateaba sus notas mientras el presidente exigía un cambio de régimen en la nación sudamericana, que se había convertido en la primera en el mundo en elegir libremente a un candidato socialista. “Trabajo de tiempo completo… los mejores hombres que tengamos”. “Que grite la economía”.

Escrito en una semana como esta, hace 50 años, el crítico memorando de Helms sobre la conversación con Nixon sigue siendo el único registro conocido de la orden de un presidente estadunidense de derrocar a un líder extranjero electo democráticamente. Desde que desclasificó el documento, en 1975, como parte de una investigación del Senado sobre las operaciones encubiertas de la CIA en Chile y otras partes, las notas de Helms se han vuelto la representación icónica de la intervención estadunidense en Chile, y un símbolo perdurable de la arrogancia hegemónica de Washington hacia naciones más pequeñas, en particular en América Latina.

¿Cómo llegó un presidente estadunidense, dotado de poderes imperiales, a ordenar un cambio encubierto de régimen en otro país? La desclasificación, en fecha más reciente, de cientos de documentos etiquetados top secret sobre el papel de la CIA en Chile proporciona componentes críticos de tan siniestra y sórdida historia. Estas son las principales revelaciones:

** Funcionarios estadunidenses comenzaron a explorar en secreto un golpe militar como parte de los planes de contingencia ante una posible victoria de Allende desde un mes antes de que los chilenos acudieran a las urnas, el 4 de septiembre de 1970. Una “revisión urgente” solicitada por Nixon sobre los intereses y opciones en Chile, conocida como Estudio de Seguridad Nacional Memorando 97, contenía un anexo ultrasecreto titulado “Opción extrema: derrocar a Allende”. Presentado por la CIA a principios de agosto de 1970, el anexo mencionaba las presunciones, ventajas y desventajas de un golpe militar si Allende resultaba electo.

** El 8 de septiembre de 1970, apenas cuatro días después de la estrecha victoria de Allende, el “Comité de los 40”, que supervisaba las operaciones encubiertas estadunidenses, se reunió para abordar el caso de Chile. Al final de la reunión, el presidente del comité, Henry Kissinger, solicitó una “evaluación a sangre fría” de los “pros y los contras, los problemas y perspectivas implicados si se organizara ahora un golpe militar en Chile con asistencia de Estados Unidos”. Al día siguiente, el cuartel general de la CIA envió instrucciones a su jefe de estación en Santiago para emprender “la tarea organizacional de entablar contactos directos con los militares chilenos… que puedan utilizarse para estimular un golpe (en español en el original) en caso de que se tome una decisión en ese sentido”.

** El jefe de estación de la CIA, Henry Hecksher, junto con el embajador estadunidense, Edward Korry, objetó esas instrucciones por considerarlas imprácticas e improbables. De hecho, un número significativo de funcionarios de la CIA, la embajada estadunidense y del Departamento de Estado se oponían a los planes de una intervención estadunidense por juzgarla poco realista, destinada al fracaso y peligrosa desde el punto de vista diplomático. “Estoy convencido de que no podemos provocar [un golpe] y que no deberíamos correr los riesgos simplemente para tener otra Bahía de Cochinos”, cablegrafió el embajador Korry. Incluso el principal lugarteniente de Kissinger en el Comité de Seguridad Nacional, Viron Vaky, le advirtió que una intervención estadunidense podría conducir a “violencia generalizada e incluso insurrección” en Chile.

Lo que proponemos es una flagrante violación de nuestros principios y dogmas políticos”, advirtió Vaky a Kissinger en un memorando secreto el 14 de septiembre de 1970. “Si esos principios tienen algún significado, normalmente sólo nos apartamos de ellos para enfrentar graves amenazas a nosotros, es decir, a nuestra supervivencia. ¿Es Allende una amenaza mortal a Estados Unidos? Es difícil argumentarlo.”

** Kissinger, el director de la CIA Helms y, sobre todo, el presidente Nixon rechazaron estos argumentos. Durante la reunión del 15 de septiembre de 1970 con Helms, a la que también asistió Kissinger, Nixon expresó con claridad que no le preocupaban los “riesgos implicados” al fomentar un golpe. El presidente estadunidense parecía tomar la elección de Allende como un insulto a Estados Unidos. “Ese hijo de puta, ese Allende hijo de puta”, exclamó Nixon en una reunión posterior con Korry en la Oficina Oval. “Vamos a aplastarlo”.

La directiva de Richard Nixon a Helms, hace 50 años, puso en marcha la más infame serie de actos en los anales de la política exterior estadunidense. Para instigar un golpe, la CIA se enfocó en proveer de armas, fondos e incluso pólizas de seguro de vida a los operativos militares para remover al comandante en jefe de las fuerzas armadas chilenas, general René Schneider, quien se oponía a un golpe. El 22 de octubre de 1970, Schneider fue interceptado y baleado cuando se dirigía al trabajo; murió al día siguiente. Su asesinato, apoyado por la CIA, se volvió un caso legendario del involucramiento estadunidense en el asesinato de líderes extranjeros.

Asimismo, el esfuerzo clandestino de la CIA por bloquear la toma de posesión de Allende evolucionó en una extensa campaña para desestabilizar a Chile y crear un “clima golpista” que provocó la toma militar del poder encabezada por el general Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973. Un año después, cuando la historia de la intervención estadunidense en Chile apareció en la primera plana del New York Times, la exposición generó uno de los mayores escándalos internacionales del siglo XX, y dejó un legado de política exterior estadunidense envenenada que continúa persiguiendo a Chile, a Estados Unidos y al resto del mundo hoy en día.

Nos han pedido provocar el caos en Chile”, predijo un cable ultrasecreto enviado desde la estación de la CIA en Santiago hace 50 años: “Les dimos una fórmula para el caos con la cual será improbable que no corra la sangre. Disimular el involucramiento estadunidense será claramente imposible”.

 

*Peter Kornbluh es analista senior del Archivo de Seguridad Nacional en Washington y autor de Pinochet: los archivos secretos.

 

Traducción: Jorge Anaya

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