Boring. Un centro ecuestre de Oregon que abrió sus puertas a caballos desplazados por los incendios que afectan la costa oeste de Estados Unidos pronto se convirtió en refugio para otros animales que huyen de las llamas, incluyendo cerdos, patos, mulas e incluso un buey.
La semana pasada, el personal del Mount Hood Center, en Boring, al este de Portland, ofreció refugio tanto a los caballos como a sus dueños que huían de los incendios que ya arrasaron un área similar a la superficie del estado de Nueva Jersey y que dejan al menos 35 muertos.
En apenas unas horas, cada una de sus 80 caballerizas se vio colmada por personas desesperadas que traían sus caballos, a menudo de lugares situados a escasos kilómetros de los focos ígneos.
"La gente estaba desesperada, no tenían adonde ir, estaban perdiendo sus casas, sus establos, y ciertamente no quieren perder sus animales", dijo Aaron Shelley, director de operaciones del centro.
Pero no fueron solo caballos los que llegaban: el centro también acogió a un buey, mulas, ponis, patos y cerdos.
"Había muchos animales en pánico, pateando y gritando. Esto parecía una zona de guerra con todos esos gritos", dijo Shelley.
En particular, los caballos, acostumbrados a estar al aire libre, debieron ser calmados por el personal del centro ecuestre, que "hizo un estupendo trabajo (...) consolándolos con palabras bonitas", dijo Shelley.
Incendios en #EEUU
— DW Español (@dw_espanol) September 14, 2020
Más de 30 personas resultaron muertas por los incendios en la Costa Oeste de Estados Unidos, el humo de los incendios ha llegado incluso a registrarse en Europa. /e pic.twitter.com/5ppg9W22Iu
Donaciones
Asimismo, los lugareños proporcionaron su cuota de ayuda con comida y alimento para los animales.
Imágenes publicadas por el centro ecuestre muestran la llegada de camiones cargados de heno donado y al personal distribuyéndolo entre los animales.
"Teníamos todas estas caballerizas vacías. Era lo lógico a hacer", dijo por su lado Brandi Hatch, la directora del centro ecuestre.
"Es maravilloso ver cómo la gente se unió y nos ayudó", agregó.
Sarah Anderson, que trabaja en el centro, trajo sus cuatro caballos. "Primero traje los animales, luego regresé con mi casa rodante y decidí acampar aquí", dijo.
Pese a que los caballos están de momento a salvo de las llamas, el denso humo que inunda el aire es un peligro.
"Con animales de este tamaño, el peligro es la inhalación de humo y la calidad del aire", dijo Anderson.
"No los ejercitamos demasiado, los sacamos al paso de modo que no se les acelere el ritmo cardíaco para que no inhalen más de lo necesario", explicó.
El domingo, varios habían hallado refugios más permanentes, por lo que solo restaban unos 20 caballos en el centro.
Pero con las llamas aún arrasando el estado, el personal permanece alerta.
"Uno no puede predecir quién resultará afectado", dijo Shelley. "Mantenemos las puertas abiertas para cualquiera que nos necesite".