Nueva York. Nueva York, en medio de otra crisis que ha sacudido hasta sus cimientos a esta ciudad y el país, conmemoró a las casi 3 mil víctimas que perecieron hace 19 años con la lectura de cada nombre y ante la inevitable presencia de políticos y discursos patrióticos.
En los actos oficiales no se mencionaron las víctimas de los 19 años de guerras -entre ellas la más larga de la historia del país, Afganistán- ni las violaciones de derechos humanos y libertades civiles, todas justificadas por ese día y que continúan hasta la fecha.
En el acto oficial en el sitio donde antes se elevaban las Torres Gemelas del complejo del World Trade Center, los asistentes llegaron con tapabocas, no se atrevieron a dar abrazos y mantuvieron la sana distancia. Ahí asistieron el candidato presidencial demócrata Joe Biden, el vicepresidente Mike Pence y el gobernador de Nueva York Andrew Cuomo, todos enmascarados e intercambiando saludos con los codos.
Aunque el discurso oficial casi siempre se refiere a los casi 3 mil “estadunidenses” que perecieron en las Torres Gemelas, por lo menos un 21 por ciento del total eran inmigrantes a este país; aún no se sabe cuántos indocumentados perecieron.
El presidente Donald Trump -como también Biden- acudió al campo cerca de Shanksville, Pennsylvania, donde se estrelló otro avión secuestrado que procedía hacia Washington ese día.
Trump fue entrevistado ese día poco después del colapso de las Torres Gemelas con miles de muertos y heridos, y lo que se le ocurrió comentar fue que su edificio en Wall Street ahora era la torre más alta en la parte sur de Manhattan -lo cual ni era cierto.
Los políticos, líderes comunitarios y religiosos en los actos oficiales, al hacer referencias al “sacrificio” de quienes respondieron a estos atentados, incluyendo los militares, en la “guerra global contra el terror” declarada por el presidente George W. Bush pocos días despues del 11-S, no abundaron sobre los efectos de las medidas tanto domésticas como internacionales que afectan a millones que siguen vigentes hasta hoy día.
Éstas incluyeron nuevas medidas antimigrantes dentro del país y ampliación de poderes de fuerzas federales dentro del país, mientras que en el extranjero, la CIA y otras agencias realizaron secuestros y usaron la tortura como práctica oficial. Se abrió el campo de concentración de Guantánamo para encarcelar a algunos de los secuestrados a quienes se les negaron derechos legales (aún están 40 ahí). Todo justificado por el 11-S.
El 7 de octubre de 2001 se lanzó la guerra contra Afganistán (aunque los autores del atentado eran sauditas), ahora la más larga en la historia de Estados Unidos, y en marzo de 2002 Estados Unidos invadió Irak, ambas continúan 19 años después.
Los sistemas de espionaje masivo de poblaciones dentro y fuera de Estados Unidos, incluyendo en México, revelados por Edward Snowden, como también los crímenes de guerra y maniobras diplomáticas divulgadas al público por Wikileaks fueron actividades oficialmente justificadas por gobiernos como parte de la “guerra contra el terror” inaugurada en respuesta al 11-S.
Los costos de las guerras de Estados Unidos desde el 11-S incluyen la muerte de más de 7 mil de sus combatientes (más del doble del saldo del 11-S); la muerte de unas 800 mil personas por violencia directa de las guerras en Afganistán, Irak y Paquistán (casi la mitad civiles), un número superior ha perecido por consecuencias indirectas de estas acciones bélicas, pero nadie tiene el número y por lo menos 37 millones han sido desplazados de sus hogares por estas guerras. “La guerra contra el terror” le ha costado a Washington más de 6.4 billones de dólares [https://watson.brown.edu/costsofwar/].
Es un día sombrío y aterrador en varias esquinas del mundo, no sólo aquí. Aún se escucha el eco de algunas de las más grandes movilizaciones antiguerra que, ante políticos usando el 11-S para justificar la acciones bélicas, coreaban: “no en nuestro nombre”.