Desde el inicio de la pandemia, vimos que la identificación de los cuerpos sería un asunto difícil y luego supimos de otros hospitales donde confundieron los cadáveres y los entregaron de manera equivocada. No queríamos que aquí nos fuera a pasar lo mismo
, explicó César Luna Rivero, jefe de Anatomía Patológica del INER, a donde son llevados los cuerpos de personas que fallecen a causa de complicaciones por el coronavirus.
Los lineamientos para el manejo de cadáveres de Covid-19 indican que se deben guardar en bolsas, cerrarlas y entregarlas directamente al servicio funerario. Únicamente se pueden acercar los trabajadores para cargar y trasladar el cuerpo, pero deben usar el equipo de protección personal. De realizarse los velorios, sólo están permitidos por unas horas, con número reducido de asistentes y con el ataúd cerrado.
Todo ha sido muy duro, el dolor es muy grande
, señaló el médico, quien en un primer momento mandó a construir una estructura de policloruro de vinilo (PVC), con paredes de hule cristal grueso. Tuvo un costo de 700 pesos y sirvió para cumplir el objetivo de que un familiar pudiera reconocer al fallecido.
Después, el instituto consiguió la cápsula de acrílico que tiene una puerta pequeña en un costado, por donde los trabajadores adscritos a Anatomía Patológica introducen su mano para bajar el cierre de la bolsa y descubrir el rostro del paciente.
Sólo se permite el ingreso de un familiar, a quien se le proporciona un equipo de protección personal para disminuir cualquier riesgo de transmisión del virus. Pueden estar 10 minutos con el cuerpo antes de que ingrese el servicio funerario.
En entrevista durante una visita de La Jornada a la sala de autopsias del INER y donde se encuentran las gavetas para resguardar los cuerpos, el experto recordó que durante los días de mayor transmisión del virus fallecían alrededor de nueve personas cada día. Hasta la semana pasada, el registro era de 421 decesos de más de mil enfermos que han sido atendidos en este hospital.
Luna Rivero, especialista en patología pulmonar, también comentó que las semanas de mayo a junio fueron las más difíciles, porque había retrasos en las funerarias y los servicios de cremación. Éste fue un problema que enfrentaron todos los hospitales en el valle de México.
En el INER, algunos cadáveres se quedaban de tres a cinco días, lo que llevó a una saturación del área de Patología, donde llegaron a estar, al mismo tiempo, 16 cuerpos. Se resolvió con donaciones de cámaras frigoríficas y la colaboración incondicional de camilleros que durante la pandemia se incorporaron al servicio de Anatomía Patológica, luego de que la plantilla se redujo por las licencias de empleados con factores de riesgo a desarrollar complicaciones graves por Covid-19.
Los trabajadores reciben los cuerpos, los colocan en la cápsula, reciben al familiar y lo acompañan para que se despida.