Moscú. Para llegar a su anunciada reunión en Moscú –la semana próxima, tentativamente– con su homólogo ruso, Vladimir Putin, con lo que el presidente de Bielorrusia quiere presentar como “vergonzosa huida de los líderes de la revuelta”, Aleksandr Lukashenko ordenó a su servicio secreto descabezar la ola de protestas pacíficas en su contra.
El KGB (siglas en bielorruso del Comité de Seguridad del Estado) tiene en la mira a los miembros del Consejo de Coordinación para la transferencia del poder, creado por representantes de amplios sectores que exigen la dimisión de Lukashenko y la celebración de nuevos comicios.
De unos días para acá –para mitigar las críticas a los excesos que cometieron la policía y las unidades antidisturbios contra los inconformes en las primeras manifestaciones–, la represión en Bielorrusia empieza a ser selectiva y hasta gradual: uno a uno se arremete contra las voces más críticas contra Lukashenko y se les fuerza a escoger –mediante todo tipo de chantajes y amenazas– entre el exilio o la cárcel.
De los siete miembros del presídium del Consejo de Coordinación, soló dos quedan en libertad en Bielorrusia: Svetlana Aleksieviich, premio Nobel de Literatura, y el jurista Maksim Znak.
Esta semana comenzó con la desaparición de tres miembros de la plana mayor del Consejo: Maria Kolesnikova, Ivan Kravtsov y Anton Rodnenkov. Durante todo el lunes no se pudo localizar a ninguno de ellos hasta que, pasadas las cuatro de la mañana de este martes, los tres aparecieron en un punto de control migratorio a seis kilómetros de la frontera con Ucrania.
Sólo llegaron al vecino país Kravtsov y Rodnenkov. Se sabe que Kolesnikova está detenida en territorio bielorruso por, dicen las autoridades, querer cruzar la frontera de forma ilegal, lo cual puede suponerle una pena de años de cárcel. Lukashenko, en declaraciones a la prensa, aderezó la explicación oficial con frases como ésta: “(Kolesnikova) quería huir para reunirse con su hermana que al parecer vive en Ucrania”.
Circula otra versión: Kolesnikova –una de las tres mujeres que desde el primer día de las protestas pusieron rostro a la oposición a Lukashenko y la única que decidió quedarse en Bielorrusia– fue raptada el lunes por unos encapuchados en pleno centro de Minsk, no aceptó el trato, se comenta que rompió su pasaporte y después, como por arte de magia, apareció en una grabación de video lanzada desde un coche no identificado en movimiento antes de alcanzar el sitio de control migratorio en Ucrania, al cual sí llegaron –¿acaso es creíble que en el mismo automóvil?– sus compañeros del Consejo.
No es claro si esa táctica –que busca sólo tanto desbaratar la instancia que creó la oposición para sentarse a negociar como encarcelar de modo aleatorio a los manifestantes– frenará a la gente que sale a la calle ya durante casi un mes, desde las elecciones fraudulentas del 9 de agosto anterior, porque está harta de Lukashenko, aunque él mandatario finge no darse por enterado y se proclama como “único capaz de salvar Bielorrusia ante la injerencia foránea”.
Maria Kolesnikova, una de las tres mujeres que unieron fuerzas para desafiar al presidente Alexander Lukashenko en la elección de agosto y la última que permanece en Bielorrusia, se resiste a un intento de ser deportada a Ucrania. Vía Graphic News