Ciudad de México. La vida nocturna en la Ciudad de México revive entre copas, música y luces de neón. A dos meses de la apertura de establecimientos mercantiles empiezan a dibujarse las tradicionales zonas gastronómicas con la presencia de clientes, la mayoría asiduos a los bares que ahora operan como restaurantes, al cambiar su giro para evitar el cierre.
La mañana del viernes, la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum informó la ampliación del horario para estos lugares y por la noche los establecimientos ya promovían la extensión, que será de sólo una hora, de las 22 –cuando están obligados a cerrar– a las 23 horas a partir de mañana.
Las personas de a poco retornan a los negocios en calles como Tamaulipas, Michoacán, Nuevo León y Alfonso Reyes, en la colonia Condesa; lo contrario del histórico barrio del centro de Coyoacán, donde ya se ven largas filas para entrar por un café, en los jardines hay muchos paseantes, familias enteras y parejas hartos del confinamiento
, comentó Dolores Castro.
La asistencia a cantinas, bares y restaurantes en Coyoacán ha hecho que los establecimientos violen el acuerdo de mantener un tercio de su capacidad; sin embargo, a partir de las ocho de la noche se informó a los clientes que el corte de la caja era a las 21:15 porque el cierre se debe realizar a las 22 horas.
Para todo mal...
Sandra e Ingrid prepararon su rencuentro después de dos meses sin verse y decidieron acudir a la cantina La coyoacana, como en los viejos tiempos, pero se encontraron con cinco personas en lista de espera antes que ellas, por eso les recomendaron acudir a El convento, donde para su sorpresa encontraron lugar y música en vivo.
Empresarios, clientes y comerciantes informales se unieron para rescatar la economía. El ambiente se percibe en la calle Caballo Calco, donde están Las cuatro chelas, La celestina y El mezcalero de Coyoacán, que extendieron sus mesas en las aceras para ofrecer un servicio con seguridad y libre de contagios.
Asimismo, en el jardín Centenario la paletería, el negocio de elotes, papas fritas, la Cervecería del Barrio y en El hijo del cuervo la gente se mostraba confiada para salir nuevamente pese a la emergencia sanitaria, el fin era reanudar su vida social y de esparcimiento como una especie de terapia.
Sergio Martínez, ex empleado bancario que visitaba recurrentemente Coyoacán, perdió su trabajo y su capital se redujo, a pesar de que habilitó su automóvil para ofrecer transporte por una aplicación. Ayer sólo fue por un café a El jarocho y caminó por ahí para recordar sus visitas; platicó que sí sale, pero va con un grupo de amigos que se reúnen en un departamento.
Juan Antonio y Paola ayer cenaron crepas en La paix. Al salir comentaron que la Condesa aún no recupera su vida nocturna, le falta mucho porque la gente tiene miedo de enfermarse. Hay que esperar a que tenga más confianza y se acostumbre a vivir con este bicho
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