Ciudad de México. El Covid-19 reveló diversas debilidades en materia de información, tanto en medios de comunicación como en internet, sobre todo en redes sociales, lo cual puede causar mucho daño, situación no menor en una pandemia, advirtió María Luisa Ávila, integrante de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica (SLIPE).
En el foro virtual Vacúnate, la ex ministra de salud de Costa Rica, destacó que “necesitamos con urgencia periodistas especializados en salud. Son muy pocos, y uno ve la diferencia cuando un periodista especializado en salud publica un artículo, realmente da gusto ver lo que puso, pero lamentablemente hay otros que no han tenido una formación especializada, y el artículo no tiene ese buen impacto que tendría si contamos con personas que expertas en el campo”.
“Tener especialistas en salud dentro de la prensa es una absoluta necesidad y sin lugar a dudas periodistas y médicos debemos ser aliados en el periodismo científico, es a eso a lo que deberíamos encaminarnos los siguientes años”, comentó.
Otra situación que ha ocurrido en esta pandemia es el efecto Dunning-Kruger, “donde la gente que no es experta en un tema se volvió aparentemente experta. Ahora cualquiera lee un recorte de periódico, y es capaz de decir información como si fuera epidemiólogo, virólogo o infectólogo, y este es un efecto que durante la pandemia se ha exacerbado aún más”, alertó la especialista.
En el terreno de las mentiras noticiosas relacionado con las vacunas, un ejercicio realizado en 2018 demuestró que “las noticias falsas llegan más lejos y más rápido y más profundo, y son más amplias, porque parecen más novedosas que las verdaderas. Una persona la lee y tiende a tuitearla más rápidamente que una noticia que pueda ser positiva o a favor de las vacunas”, dijo Ávila.
En tal sentido advirtió sobre lo que puede suceder con las nuevas vacunas en contra del Covid-19, en relación a la reticencia vacunacional existente en algunos sectores, los que aunque consideró no son amplios, han tenido éxito en divulgar información inexacta, ante el silencio de los expertos que deberían promoverlas.
“Aunque los antivacunas son minoría, lamentablemente hay un enorme silencio en los pro vacunas y es ahí donde nosotros como profesionales de las ciencias de la salud, y como comunicadores (en relación a los periodistas) debemos ir cambiando”, mencionó.
En ese sentido la “SLIPE trabaja para posicionar a las vacunas en redes sociales con la Florida International University”.
En general consideró que los profesionales de la salud y los gobiernos deben emprender acciones contundentes para hacer frente al impacto que tienen los movimientos antivacunas, sobre todo ahora en vísperas de que estén disponibles vacunas anticovid.
“Saber comunicar en el caso de las vacunas es fundamental. Ahora lo estamos viviendo con la COVID-19 donde ya han aparecido personas que están en contra de una vacuna que ni siquiera en este momento se está comercializando, y apenas van iniciando fase III”. “Dependerá mucho de la manera de cómo llevemos el mensaje, cúal va a ser la adherencia de las personas a las nuevas vacunas, y a vacunas que ya tenemos a nuestros programas” nacionales de inmunización.
En este último punto se advirtió que durante la pandemia en diversas zonas las coberturas de inmunización de enfermedades prevenibles por vacunas (EPVs) cayeron al menos 25 por ciento, pero en áreas como Centroamérica se desplomaron 40 por ciento, y en las zonas en donde todavía la situación es complicada, seguirán en decremento. En 2019 (sin SARS-CoV-2) 19.7 millones de niños tenían sus esquemas incompletos o ausentes.
La experta destacó que durante la pandemia el uso de dispositivos que navegan en la red aumentó sobre todo el “quédate en casa” y el teletrabajo y estudio a distancia, y con ello hay mayor penetración e impacto de los mensajes falsos o erróneos sobre diversos tópicos, no solo sobre la pandemia.
“A veces la gente prefiere esa información que viene en 240 caracteres de redes sociales, que leerse un artículo que publicamos (los expertos) con buena intención, pero que es tan largo que la gente no lo encuentra atractivo”, añadió.
Hay que actuar ante la necesidad de que se acepten las vacunas contra el coronavirus que demuestren calidad, seguridad y eficacia y se logre frenar el avance de la “reticencia vacunacional” hacia los biológicos ya existentes para diversos padecimientos.
“Hay una dicotomía entre los periódicos y las redes sociales, se han vuelto un lugar clave, y una plataforma perfecta no solamente para informarse, sino lamentablemente para desinformarse”, consideró.
Mucha gente se está informado sobre las vacunas en redes sociales. “Un estudio reveló que 22 por ciento de las personas se informaron en Facebook, mientras que 52 por ciento lo hizo por Twitter e Instagram. A mayor uso de redes sociales hay más posibilidad de que las personas no se vacunen o retarden la vacunación. Y esto es porque a veces la información antivacuna es muchísimo más atractiva que la información a favor de la vacunación”, lamentó.
Lo que más circula en el rango de noticias falsas en torno a las vacunas es sobre el timerosal, que contienen algunas vacunas, que “no es un tóxico”, pues el etil-mercurio que contiene no es dañino. Aclaró que el que es perjudicial es el metil-mercurio, “y se discute negativamente en redes sociales, lo mismo que otros coadyuvantes de las vacunas como el aluminio, el formaldehído, etcétera, que siguen viéndose como eventuales enemigos”.