Ciudad de México. Un retrato que destruye y reconstruye los rasgos del alma humana y un ejercicio de resistencia, memoria y olvido realizado durante la actual cuarentena resultaron los ganadores de la XII Bienal nacional de pintura y grabado “Alfredo Zalce”.
Los resultados fueron dados a conocer la noche del miércoles por Claudio Méndez Fernández, secretario de Cultura de Michoacán, instancia convocante del certamen, en una breve y sencilla ceremonia on line efectuada desde el Museo de Arte Contemporáneo Alfredo Zalce (MACAZ).
Antes de entregar los premios a los ganadores, el funcionario reconoció el esfuerzo del equipo de ese espacio museístico para que la bienal fuera posible este año “a pesar de la pandemia y la adversidad que vivimos”.
Mencionó que en la edición de este año del certamen participaron mil 298 obras, de las cuales 959 corresponden a pintura y 339 a grabado.
Méndez Hurtado invitó a la sociedad a estar pendientes de la próxima reapertura del MACAZ, donde se presentarán 75 de las obra participantes en la más reciente bienal Alfredo Zalce, 40 de pintura y 35 de grabado.
Como parte de la transmisión, el artista michoacano Rogelio Manzo Hurtado, vencedor en la categoría Pintura con Nuria 2, explicó que su obra es un retrato de una amiga realizado a partir de la deconstrucción en computadora de una fotografía y su reconstrucción mediante la superposición de diversos materiales como telas, hilos y pinturas.
La idea principal de ese ejercicio artístico, dijo, fue explorar al personaje y jugar con esa infinidad de personalidades que todos los seres humanos tienen en su interior.
“Es una pieza irónica, chistosa, de repente grotesca, en la que hablo del cinismo del personaje retratado, al cual conozco. Con los materiales que utilizo busco mantener un equilibrio para que el espectador se anime a explorar la obra”.
Originario de Jalisco, Jesús Jiménez resulto ganador en la categoría de grabado con Cuarentena circular, una pieza realizada en tinta con un sello fechador sobre papel albanene en la que el artista hizo el registro de los días transcurridos en la actual cuarentena por el nuevo coronavirus.
“Mi trabajo versa sobre el arte conceptual, los números, la velocidad y la repetición. Durante 40 días me dediqué a poner sobre el papel la fecha con la ayuda de un sello fechador, tarea que me ayudó a sobrellevar el confinamiento al que todos fuimos sometidos”, describió.
“Las improntas acumuladas de forma circular hacen eco del Calendario Azteca y al mismo tiempo hablan del tiempo: el paso de los día y las memorias, de la manera en como éstos se van acumulando en la mente. Es una obra que habla de la memoria, pero también del vacío de lo que no está o de lo que no se va a quedar de este tiempo”.