Ciudad de México. Estudios históricos y sociales revelan que México llegó al combate de la pandemia de Covid-19 con el pie izquierdo, con un sistema hospitalario endeble, improvisado, producto de décadas de abandono y cero inversión y derivado de un panorama en el que se dejó de lado la medicina preventiva por priorizar la atención médico-hospitalaria, asegura la historiadora Claudia Agostoni.
Hoy resulta que comorbilidades como el sobrepeso son responsabilidad de las personas, pero ¿dónde quedaron los programas de salud preventiva? Durante muchos años el desinterés del Estado se combinó con la idea de que un espacio hospitalario da resultados más visibles e inmediatos, mientras la medicina preventiva requiere acciones a largo plazo y constantes
, explica la investigadora en entrevista con La Jornada.
La coordinadora del ciclo de conferencias Epidemias, pandemias y Covid-19 desde la historia –que comienza este miércoles a las 11 horas en el canal de YouTube del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)– considera que para disipar los miedos que en estos momentos agobian a la población, así como frenar agresiones al personal médico, es vital que una sociedad valore la salud, no sólo social y colectivamente, sino de manera institucional
. Sin embargo, continúa, por lo menos desde los años 70, los gobiernos no tomaron con seriedad, constancia y verdadero compromiso político programas de salud que sumaran todas las determinantes sociales.
“Hubo proyectos interesantes de educación en la salud, importantes, pero sexenales, ceñidos por la política, entre algunos de más largo aliento, como los programas de planificación familiar, que sí tuvieron continuidad, pero el acabóse fue en la década de los 90, y ahora se ve muy complicado el panorama.
Semáforos de miedo
La manera en que se maneja la cuestión de los semáforos epidemiológicos es de miedo, y todo tiene que ver con la capacidad hospitalaria
, reitera la profesora del seminario en historia social de la salud y la enfermedad en México, del programa de posgrado en historia de la UNAM.
Agostoni señala que “una crisis sanitaria de la magnitud de la que estamos viviendo pone al descubierto todas las fragilidades de una nación, las cuales se vuelven más que evidentes. Son momentos únicos en los que realmente salen a flote las carencias, los miedos, las incertidumbres: cosas que en momentos de calma no están visibles.
Seguramente volverá a ocurrir otra pandemia, pero ahora ésta aún no pasa y es impresionante cómo las personas ya están en otro momento, como si no ocurriera nada. Además, se le tiene miedo a una vacuna que todavía no existe e incluso ya se está comprando. La promesa que encierra la vacuna ha hecho que todos los países estén en la carrera por ella.
La catedrática recuerda que el miedo a las vacunas también tiene una historia larguísima: “Desde el momento en que se encontró la primera también se comenzó a manifestar el temor a recibir una sustancia ajena al cuerpo. Vacuna y miedo también van de la mano, son inseparables. Tampoco es exclusivo de estos tiempos el miedo al personal de salud o el miedo de ellos mismos a realizar sus labores o enfermarse. Sin embargo, todo lo vemos magnificado por los medios de comunicación electrónicos, y el temor va de la mano de la incertidumbre.
“Charles Rosenberg, historiador estadunidense de medicina y profesor en la Universidad Harvard, elaboró una dramaturgia de las fases de las epidemias y el último momento que él menciona es el olvido. Ojalá ahora eso ya no suceda.
“Luego de la amnesia hay dos opciones: te quedas con el ‘ya pasó’ y das vuelta a la hoja o entras en una fase de preparación, de fortalecimiento de los sistemas nacionales e internacionales de salud. “Pero lo que nos ha enseñado el siglo XX es que las emergencias epidémicas simplemente han pasado de largo y la vida sigue una especie de orden, sin tomar en cuenta lo que aconteció.
Los polifacéticos momentos de emergencia epidémica deberían constituirse en coyunturas decisivas para impulsar, promover y garantizar la prevención y la preparación a fin de hacer frente a futuros momentos de emergencia epidémica
, concluye la autora del libro Médicos, campañas y vacunas: la viruela y la cultura de su prevención en México 1870-1952, publicado por la UNAM y el Instituto Mora.