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Para resolver la crisis económica, salir de la pandemia/Entrevista con Arturo Huerta

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Arturo Huerta, profesor de posgrado de la Facultad de Economía con líneas de investigación sobre política macroeconómica. Foto cortesía del entrevistado
01 de septiembre de 2020 08:00

En una conferencia de prensa sobre el Covid-19, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, afirmó que en el contexto de la pandemia existe una “tensión entre dos elementos difíciles de reconciliar”: la salud y la vida de los individuos, por un lado, y la “consecuencia negativa de la pandemia”, la afectación de la economía, por el otro. A su vez, agregó, esto último repercute sobre la salud y la vida.

Arturo Huerta, profesor de posgrado de la Facultad de Economía con líneas de investigación sobre política macroeconómica, opina al respecto.

-Yo parto del hecho de que no se puede salir de la crisis económica si no se resuelve el problema de la pandemia. México entró a la pandemia cuando la economía ya venía decreciendo. Antes de que se prestara esta enfermedad, 57 por ciento de los empleos estaba en la informalidad, y si a esto se suman el desempleo y las personas que han buscado trabajo, la población económicamente activa llega a cerca de 70 por ciento. Se trata de personas que viven al día y si no se ponen en marcha políticas de ingreso para que la población pueda guardar cuarentena y evitar contagios, es lógico que se arriesgue la vida para sobrevivir. O se muere de hambre o se muere por Covid-19.

-¿Por qué plantea que debería rescatarse la capacidad industrial ociosa que hay en el país?

-Antes de la pandemia, México venía importando 425 mil millones de dólares, cifra potencial para crecer a través de sustituir esas compras al exterior. Además, las exportaciones han caído 30 por ciento, el consumo más de 20 por ciento y la inversión 40 por ciento. Todo esto se traduce en una alta capacidad industrial ociosa y un consecuente alto desempleo. Esa capacidad ociosa puede incrementar la producción, el valor agregado nacional de las exportaciones, así como el empleo y la demanda interna. Pero para hacer realidad lo anterior, es necesario que se inyecte gasto público, una política de estímulos fiscales y una menor tasa de interés.

“La inversión en las empresas depende de que las ganancias crezcan más que los ingresos y de la tasa de interés, para poder pagar créditos. Es decir, las ganancias tienen que hacer crecer el gasto público. También es necesario revisar la apertura comercial y establecer un tipo de cambio competitivo, precisamente para que se prefiera la producción nacional y no las importaciones.

“Estamos inmersos en una crisis de grandes proporciones y en una pandemia mundial, pero no saldremos de la crisis en el país si no se modifica la política económica actual. El mercado por sí solo no sale de la crisis, siempre lo hace con intervención fuerte del Estado en la actividad económica, lo cual no está aconteciendo. Un desplome de la inversión a niveles de 1997, como reportó el Inegi, conlleva, a su vez, una caída de la capacidad productiva, del crecimiento potencial, y esto repercute en la producción, el empleo y en menor capacidad para incrementar salarios porque las empresas no tienen ingresos. Por otro lado, esto da lugar a mayores importaciones y mayor inflación, entre otros aspectos importantes.”

-¿Qué opina de los créditos que el gobierno ofrece a las empresas?

Para acceder a los créditos de hasta 5 millones de pesos que ofrece Nafin a través de la banca comercial, las empresas medianas y grandes tienen que ser aprobadas por el buró de crédito, pero la gran mayoría están registradas ahí, por lo que no son sujetos de esos préstamos. Además, las tasas de interés resultan impagables porque durante la pandemia las empresas no están percibiendo ingresos, sino que enfrentan pérdidas y antes muchas ya arrastraban deudas enormes por la desaceleración de la actividad económica.

-¿Cómo ve el rescate de Pemex?

-De los años 40 hasta los 70, Pemex fue el sector estratégico que vendía insumos baratos para disminuir los costos de producción de las empresas e impulsarlas, y al mismo tiempo, se incentivaba la industrialización del país. Pemex era deficitario, pero se financiaba con déficit fiscal; sin embargo, este déficit no era un problema porque impulsaba la actividad económica interna y los sectores estratégicos. En esas décadas, el país creció a un promedio de 6.4 por ciento anual; así, la propia dinámica económica se traducía en mayor recaudación tributaria, la cual reducía los déficits fiscales. Desde 1983, los gobiernos dejaron de invertir en Pemex, en infraestructura y en la CFE, al tiempo que se permitió la inversión privada a través de los llamados pidieregas.

“Esos gobiernos, perfectamente, pudieron haber impulsado -y el gobierno actual puede hacerlo- a Pemex y CFE sin necesidad de contratar deuda externa en forma deficitaria porque Pemex genera divisas y CFE es una empresa altamente rentable. En cambio, procedieron a privatizar ambos sectores. El gobierno de López Obrador trata de frenar esto, lo cual parece viable, pero lo hace a través de recortar el gasto en otros sectores para canalizarlo a Pemex. Los recortes de gasto e inversión pública a otros sectores, sin embargo, implican frenar la actividad económica. El gobierno puede tener gasto deficitario en favor de Pemex y la CFE, incluso sin emitir deuda por tratarse de sectores altamente productivos. Yo planteo que el banco central debe comprar deuda en forma directa al gobierno a una tasa cercana a cero -como hacen en Estados Unidos, por ejemplo- para que el gobierno incremente su gasto e inversión y pueda rescatar el sector energético, así como la infraestructura del país, con el fin de generar empleo, inversión y con esto, crear demanda y, en particular, para dar ingresos a las personas y así puedan quedarse en sus casas y frenar los contagios por Covid-19.

“En una perspectiva histórica, en crisis profundas o en guerras, los bancos centrales compran deuda a los gobiernos a bajas tasas de interés, para que éstos puedan expandir el gasto y encarar sus problemas económicos. En la actualidad, Canadá, Reino Unido y Australia lo están haciendo.

“De este modo, por más que se quiera limitar la intervención de la iniciativa privada en el sector energético para que sólo lo haga el sector público, esto no será viable si se continúa con la política actual. La austeridad fiscal no da para nada y se debe aumentar el gasto público tanto en favor de estos sectores como del sector productivo para generar más empleo y salvar a las empresas. Sobre todo, para dar ingreso a la gente para que pueda cuidarse de la pandemia.”

 

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