Nueva York. El presidente Donald Trump y sus bases ultraderechistas están fomentando confrontaciones violentas contra manifestantes por la justicia social como Black Lives Matter, apostando a la violencia (que ellos generan y fomentan) como herramienta clave para su estrategia de reelección cuyo tema central es “la ley y el orden”.
Durante los últimos días, Trump ha intensificado su ataque retórico contra lo que llama la “izquierda radical”, centrando su mensaje de su campaña en “salvar” al país de lo que califica como la “violencia” en las manifestaciones contra el racismo y la brutalidad policiaca en varias ciudades como Portland, Oregon, Chicago, Minneapolis y Kenosha, Wisconsin.
Esto continúa con la narrativa que ofreció al aceptar la nominación republicana la semana pasada donde declaró que “tu voto decidirá si protegemos a los estadunidenses que obedecen la ley o si daremos cuerda suelta a los anarquistas violentos, agitadores y criminales”. Casi todos los días amenaza con enviar más fuerzas federales armadas para reprimir a manifestantes.
El pasado fin de semana en Portland hubo enfrentamientos entre activistas de justicia social y derechistas fieles a Trump, con una caravana de autos y camionetas pro-trumpista decorados con banderas nacionales desde donde se dispararon bolas de pintura y gas pimienta contra los manifestantes. Hubo altercados físicos y un hombre de las milicias murió (aún no hay detalles de quién fue responsable). Trump retuiteó un video mostrando las acciones de sus simpatizantes escribiendo que “era de esperarse” -o sea, justificando la violencia de sus simpatizantes.
Trump abiertamente ha expresado apoyo a los actos de sus simpatizantes este fin de semana -al igual que a lo largo de su presidencia- algunos de los cuales se identifican como parte de milicias, incluso llamándolos “grandes patriotas”. Eso aun después del incidente en Kenosha donde un joven de 17 años quien se identificó como miembro de una milicia pro-Trump mató a dos manifestantes e hirió a otro con un rifle semiautomático la semana pasada.
La Casa Blanca reitera que “solo el presidente Trump ha demostrado la valentía y liderazgo para lograr la ley y el orden”.
Pero la abrumadora mayoría de la “violencia” por la cual Trump responsabiliza a la “izquierda radical” proviene de la derecha.
De hecho, los incidentes más violentos en tiempos recientes han sido realizados por derechistas -neonazis y del Ku Klux Klan entre otros- que apoyan a Trump, como el del tiroteo masivo en El Paso hace un año quien buscó matar a mexicanos para “frenar la invasión hispana” en Texas, el supremacista blanco que condujo su auto contra una manifestación antiderecha racista en Charlottesville, Virginia, matando a una mujer, entre muchos más. En casi todos, el presidente ha manifestado su simpatía y rehúsado a condenar a los responsables.
“Extremistas de ala derecha cometieron dos tercios de los atentados y complots [terroristas] en Estados Unidos en 2019 y más del 90 por ciento de los de entre enero y el 8 de mayo de 2020”, concluye una investigación del Centro por Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) en Washington. El “terrorismo” de extrema derecha dentro de Estados Unidos es responsable de la mayoría de todos los incidentes “terroristas” en Estados Unidos desde 1994, agrega. Alerta que este tipo de “terrorismo en Estados Unidos probablemente se incrementará a lo largo del año” incluso en respuesta a la eleccion presidencial, “en donde antes y después, extremistas podrían recurrir a la violencia, dependiendo de los resultados de la elección”.
Se han detectado por lo menos 497 instancias de agrupaciones de extrema derecha buscando confrontar manifestaciones de Black Lives Matter desde el asesinato de George Floyd hace tres meses, con 64 casos de agresión física, 38 ataques con automóvil y nueve casos de disparos contra manifestaciones, según una investigación del Centro de Análisis de la Derecha Radical publicada en Huffpost.
Más aún, mientras extremistas de derecha han matado a cientos, los “extremistas” de izquierda no han matado a nadie con su actos violentos en los últimos años.
Además, un ex agente del FBI, Michael German, ha documentado la infiltración de supremacistas blancos en las filas de las fuerzas de la policía en por lo menos 12 estados, en su investigación para el Brennan Center of Justice.
El propio FBI designó este año la violencia “de odio” doméstica como una prioridad de seguridad nacional igual a la que otorga a agrupaciones terroristas como ISIS.
La campaña de Trump está intentando presentar los incidentes violentos en las calles como ejemplo de lo que será Estados Unidos con un presidente demócrata, a pesar de que las imágenes que está utilizando están sucediendo en un Estados Unidos bajo el gobierno republicano de Trump.
Historiadores y expertos sobre maniobras políticas repiten que estas tácticas de fomento de violencia para provocar algo que pueda calificarse como una “crisis de seguridad pública” siempre han sido empleadas por políticos autoritarios como Trump que prometen ser los que pueden “salvar” al país e imponer “orden”.
Trump está considerando visitar Kenosha ese martes a pesar de que tanto el gobernador de Wisconsin como el alcalde de esa ciudad, ambos demócratas, le han solicitando que no lo haga. El candidato presidencial demócrata Joe Biden también está contemplando una visita.
Demócratas denuncian que es el presidente quien está incitando la violencia en las calles del país. El alcalde de Portland, el demócrata Ted Wheeler, acusó a Trump de que “es usted el que ha creado el odio y la división” que ha llevado a incidentes de violencia no vistos en décadas.
Biden condenó violencia de todo tipo, pero atacó a Trump como una “presencia tóxica” que amenaza la seguridad de todos en el país al incitar la violencia mientras fracasa en el manejo de la pandemia.
Los demócratas desean evitar que el enfoque de la elección sea la “violencia” ya que esa es justo la estrategia de Trump para distraer del tema de la pandemia (Estados Unidos acaba de registrar 6 millones de contagiados y más de 180 mil muertos por el Covid-19, por mucho el líder mundial), y de la crisis económica -ambos no convenientes para su reelección.