Ciudad de México. El estrecho vínculo que los médicos de la Edad Media tuvieron con la filosofía les permitió afrontar las epidemias desde una visión humanista más amplia e integral, no sólo para explicar las causas de las enfermedades, sino también con el fin de buscar las curas.
Es el caso de Marsilio Ficino (1433-1499), filósofo traductor de Platón al latín, sacerdote católico, filólogo y médico, que durante la época de la peste en Florencia, Italia, no sólo refutó el consumo de orina y detergente de lejía como remedio para aliviar ese padecimiento y dio consejos sobre el lavado de manos y el uso del jabón, sino que también propuso como vacuna
para no contagiarse llevar una vida alegre, con tranquilidad espiritual.
Así lo explica en entrevista con La Jornada María Teresa Rodríguez González, catedrática de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien señala que la fuerte formación filosófica que tenían los doctores medievales les permitió concebir cómo funcionaba el cuerpo no sólo desde un punto de vista físico, sino también cosmológico y divino.
Es así como Ficino, añade, además de recomendar comer alimentos limpios, no tocar cosas contaminadas y procurar una vida al aire libre, sugería no tener el alma cargada de emociones o con estrés, pues decía que ahí se alojaban las enfermedades.
El filósofo pensaba que la peste surgía del aire de ciertas zonas que tendían a pudrirse, como los pantanos, y que era una suerte de veneno que emanaba de esos sitios, por lo tanto envenenaba cuerpo y alma al respirarse
, detalla la especialista.
En la Grecia antigua
La idea de llevar una vida saludable para garantizar buena salud, sin embargo, no fue nueva en la Edad Media, como no es ahora, continúa Rodríguez, pues los médicos de la Grecia antigua ya lo habían planteado, por ejemplo, al referirse a Sócrates no sólo como gran filósofo sino como alguien que llevaba una vida sobria, ordenada, además de sabia; decían que por eso no se contagió de las epidemias que hubo en su época
.
Nuevos caminos en el arte
Ficino tuvo además gran influencia sobre la cultura de su época, sobre todo por su tratado acerca del amor platónico y las nuevas formas de lírica amorosa. Sus ideas fueron decisivas para el desarrollo del Renacimiento poético y contribuyeron al surgimiento de obras como los cuadros La primavera y El nacimiento de Venus, que pintó Sandro Botticelli, además de que repercutieron en personalidades tan diversas como el artista Alberto Durero, el escritor y alquimista Agrippa von Nettesheim, el médico y astrólogo Paracelso, el poeta Milton y el filósofo y humanista Pico della Mirandola.
Al traducir a Platón, Ficino abrió a todos ellos otras perspectivas respecto del arte y el uso de las imágenes
, detalla Rodríguez; “por un lado, éstas podían tener un fin médico o terapéutico, quizá desde un punto de vista un poco esotérico, pues decían que ciertas imágenes atraían a los astros y sus cualidades. Pero también planteó que a partir de una pintura se podía hacer una invitación a la reflexión.
“El médico planteó que toda la mitología que está en Platón tenía un significado filosófico profundo que buscaba llevar al alma del ser humano de regreso a la patria divina. Entonces, cuando él introduce esta faceta del pensador ateniense, llega también al arte el uso del panteón griego un tanto secularizado: Venus representaría el amor, Júpiter la habilidad de gobernar, Saturno la contemplación, etcétera. Con estos conceptos fue posible que se representaran esas deidades griegas en la pintura de la época.
“Estas ideas no sólo circularon en los círculos filosóficos, al no existir una red teórica tan estrecha como la que hoy existe, hubo un intercambio y un tejido teórico extenso entre diversas disciplinas, donde los artistas también recibieron influencias para plasmar esas ideas en sus obras.
Estaban convencidos también de que el arte ayudaba a equilibrar los humores del cuerpo, al igual que caminar en el campo, levantarse temprano
, reitera la investigadora.
Consejos contra el mal
Estas son algunas de las recomendaciones para no enfermar durante la pandemia de la peste que Ficino plasmó en sus tratados, hace más de 500 años: “Consuma vinos puros, claros y aromáticos, que no sean ni muy ahumados ni dulces, pero suficientemente ácidos, y diluya con agua muy pura y clara. En resumen, siempre manténgase alejado de los ingredientes que hacen que la sangre se vuelva excesiva, acuosa, caliente o pesada y turbia, así como de cualquier ingrediente que altere el estómago (...) cuando se despierte por primera vez, frótese rápidamente y peine su cabello adecuadamente, y purgue todo lo superfluo, y asegúrese de que toda su persona esté muy bien limpia.
“Fumigue su hogar a menudo con buenos olores. Haga lo mismo con su ropa (...) Use olores frescos y modere los olores calientes con ellos para que los olores frescos se ganen sobre los calientes, especialmente en climas cálidos, porque los olores calientes por sí mismos abren los poros y causan inflamación, incluso si purga el aire a su alrededor.
Lávese las manos y la cara con frecuencia también (...) haga ejercicio moderadamente. Cuando haga ejercicio en lugares infectados por la peste, debe hacerlo en un área sombreada (o cubierta), en espacios abiertos y con el estómago vacío. Aconsejo que cada persona tenga mucho cuidado al tocar cosas que provienen de áreas infestadas de plagas, y que no coma nada de estas áreas a menos que estén cocinadas, limpias o lavadas.