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Con paso perfecto, Bayern Múnich se corona en 'Champions'; 1-0 al PSG

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Kingsley Coman (29) anotó el gol del triunfo al minuto 59 en Lisboa. Foto Ap
24 de agosto de 2020 09:38

Todo salió perfecto. El Bayern Múnich ganó su sexto título de la Liga de Campeones en un año marcado por la anomalía histórica de una pandemia que interrumpió y modificó el torneo. Lo consiguió como nadie: ganó todos sus partidos. Qué diferente fue este duelo único, con gradas vacías en una sede que no estaba planeada, el Estadio da Luz en Portugal, y con un nuevo protagonista en la lucha por el trofeo europeo: el París Saint-Germain.

Bayern lo derrotó sólo por un gol tras una hora de juego, anotado de forma irónica por el francés Kingsley Coman, surgido de la cantera del club parisino. Un 1-0 que le pesará al PSG como si fueran los ocho que los bávaros asestaron al Barcelona para hundirlo en una de sus peores crisis. Pero sobre todo venció al rival galo por el funcionamiento de una idea: lo fundamental es el trabajo colaborativo.

Este PSG llegó con una inversión estratosférica –más de mil millones de dólares– donde un jugador puede costar 222 millones de euros, como Neymar, gracias al poder económico del emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani. Bayern, en contraste, es un club de socios. Es el que cuenta con mayor número de integrantes en el mundo: casi 300 mil afiliados con credencial.

Esa minucia fue clave en la cancha. El capital qatarí depositado en las figuras de Neymar y Mbappé parecía obligado a demostrar su valor financiero con jugadas. El conjunto alemán, en cambio, respondió con el compromiso de una cooperativa, donde aun cuando tienen a uno de los goleadores más efectivos de Europa, el polaco Robert Lewandowski, el equipo participó para que mediante los compañeros consiguieran el resultado.

Bayern era favorito. No sólo por su palmarés de cinco títulos que lo emparentaba con el Barcelona, sino también porque demostró que esta campaña tenía todo a su favor para lograr su segundo triplete de la historia. Ganaron la Bundesliga, la Copa de Alemania y ahora la Champions, algo que sólo habían logrado en la temporada 2012-2013. Con seis Orejonas en la vitrina, empató al Liverpool y sólo son superados por las siete que presume el AC Milán y las 13 del Real Madrid.

Eso da seguridad. Había que verlo desde el inicio con un Bayern dueño de la media cancha, donde no permitían que los parisinos avanzaran. Neymar hizo un esfuerzo, hay que reconocerlo. Atrajo marcas, corrió endemoniado, tocó con todo ese genio que no se puede escatimar, pero no parecía a la altura de esos 222 millones de euros. Mbappé, en cambio, parecía anulado por completo. Fuera de sitio e incómodo, no pudo lucir como la promesa de goleo que surgió en el Mundial de Rusia 2018.

Si alguien salió para dar la cara fue un veterano con muchas horas en esta instancia: el argentino Ángel Di María sacó a relucir los viejos trucos de la chistera para no amilanarse ante la operación bávara.

Lewandowski no pudo aumentar sus 15 goles en esta competencia. No había tocado el balón en 20 minutos de un juego muy cerrado. Pero apenas lo tuvo, quedó claro quién era ese polaco al que todos temen. Hubo una concesión asombrosa de la zaga parisina; le permitieron recibir la pelota, girar en un eje invisible y disparar a la portería. El balón fue un susto para los del PSG, que vieron cómo se estrellaba en uno de los postes.

Lo miró helado otro de los protagonistas de este partido, el portero costarricense Keylor Navas. Porque este fue también un duelo de arqueros. Sin la intervención asombrosa del tico y del cancerbero alemán Manuel Neuer, el marcador contaría otra historia.

La segunda parte no varió tanto. Bayern era el dueño del partido, aunque el PSG peleaba, consciente de que esta era su gran oportunidad para entrar en la élite de campeones europeos. Los bávaros mostraban además su malicia permitida. Usaron las faltas en la media cancha como herramienta táctica.

Fue entonces cuando el gol llegó de manera inesperada al minuto 59. Lo fue porque surgió de una jugada muy elaborada en la que participaron varios botines alemanes, y que culminó con el gol de cabeza de un Coman surgido del PSG. Recuperarse de un golpe como ese no es fácil. El mismo Coman estuvo cerca de meter el segundo.

Los parisinos pelearon con más desesperación el último tramo del partido. Pero era evidente esa ansiedad que produce la cercanía de la derrota. Mbappé incluso abanicó de forma lamentable una pelota frente a la portería y Marquinhos no empató gracias a un providencial Neuer.

Los jugadores fuera de la cancha funcionaban como hinchas. Los del Bayern se tronaban los nudillos y gritaban al árbitro Daniele Orsato que silbara el final. Los del PSG abucheaban al nazareno y le reclamaban las decisiones. Cuando terminó el encuentro, los bávaros se convirtieron en niños locos de alegría. Eran los nuevos campeones de la era del Covid-19. Los parisinos, con los rostros tiesos, miraban a ninguna parte, como para comprender qué había ocurrido.

 

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