Moscú. Decenas de miles de personas –no menos de 200 mil, según varias estimaciones, y quizás más que la semana anterior cuando tuvo lugar la mayor protesta de la historia postsoviética de Bielorrusia– volvieron a llenar este domingo las calles de Minsk, sin contar los miles que se manifestaron en numerosas ciudades y localidades del vecino país eslavo, para exigir la dimisión del presidente Aleksandr Lukashenko y la convocatoria de nuevas elecciones.
Mientras tanto, el repudiado gobernante no se da por enterado y, divorciado de la realidad, trata de minimizar la magnitud del rechazo a lo que muchos de sus compatriotas consideran fraudulenta sexta reelección el 9 de agosto anterior.
Lukashenko ordenó el pasado sábado redoblar la represión, en particular, “fincar responsabilidades penales contra los líderes de la revuelta (los miembros del Consejo de Coordinación de la sociedad civil que se creó para la transferencia pacífica del poder) y cerrar las empresas y fábricas que se declararon en huelga”.
Sin embargo, nadie se amedrentó y la respuesta multitudinaria de la gente, este domingo, paralizó a las unidades antidisturbios desplegadas por la ciudad de Minsk que, sobre todo, protegieron los accesos a la residencia presidencial pero no dispersaron a los inconformes.
El propio Lukashenko, en una imagen digna de película hollywoodesca, llegó a su residencia en helicóptero –del que bajó con chaleco antibalas y fusil automático en mano, rodeado de numerosos guardaespaldas y de su hijo Nikolai, de 16 años, con casco y ametralladora–, preparado para defenderse de lo que llama “un grupúsculo de revoltosos, financiados y manejados desde Occidente, que está desestabilizando la situación”.
La agencia noticiosa BELTA, que depende de Lukashenko, difundió el video, donde se ve al presidente preguntar “¿dónde están? (los inconformes)”. Y se responde satisfecho: “Huyeron como ratas”, al tiempo que no lejos de su residencia miles de personas gritaban “Vete ya”.
Ese “grupúsculo” que dice Lukashenko, el Consejo de Coordinación, formado por la crema y nata de la sociedad bielorrusa, se creó para garantizar la transición política y no está de acuerdo en que se le identifique sólo como oposición: somos mayoría, reviran.
El Consejo demanda celebrar un referendo para restablecer la Constitución de 1994, que establece el sufragio efectivo y no reelección que abolió Lukashenko, de acuerdo con uno de sus integrantes, Pavel Latushko, ex ministro de Cultura de Bielorrusia.