Nueva York. Donald Trump busca suprimir el voto como parte de una serie de maniobras para cuestionar la legitimidad del resultado en lo que expertos esperan será una de las contiendas electorales más sucias y controvertidas en la historia de Estados Unidos.
Aunque no era secreto, hoy Trump hizo explícita su razón por la cual se ha opuesto a la solicitud legislativa para un financiamiento de emergencia de 25 mil millones de dólares para el servicio postal es para frenar la expansión del voto por correo deseado por los demócratas.
Estos fondos son necesarios ya que funcionarios electorales esperan un nivel sin precedente de votos vía boletas por correo en una elección realizada en medio de una pandemia.
El presidente explicó que “ahora necesitan ese dinero para que pueda funcionar la oficina de correos para que pueda procesar estos millones y millones de boletas [electorales]…. Si no lo consiguen…. eso implica que no pueden tener el voto universal por correo por no estar equipados para lograrlo”. Trump reiteró su acusación el miércoles, la cual carece de toda evidencia, que ampliar el voto por correo llevará a “uno de los fraudes más grandes de la historia”. A la vez, es falso que exista el uso “universal” de voto por correo.
Sin embargo, algunos cálculos pronostican que hasta un 70 por ciento de los votos en esta elección podrían ser entregados a través del correo en lugar de en casillas el día de las elecciones a causa de la pandemia,
El aparente sabotaje al servicio de correos para efectos electorales también se está logrando desde dentro del sistema a través de reducciones de operaciones y personal ordenado por el jefe del servicio postal, Louis DeJoy, un mega donante republicano aliado de Trump, según reporta el Washington Post y The Associated Press.
Líderes demócratas han denunciado la maniobra, acusando que Trump está buscando anular el derecho al voto de millones de ciudadanos durante una emergencia de salud pública. La presidenta de la cámara baja Nancy Pelosi afirmó hoy que Trump está haciendo todo esto “porque teme al pueblo estadunidense… sabe que si todo funciona como debería, sería difícil que ganara, entonces quiere poner obstáculos a la participación”. La campaña de Biden sostuvo que Trump está buscando anular el derecho del voto a millones de personas en medio de una emergencia de salud pública.
El senador Bernie Sanders declaró que Trump admitió hoy que negar el financiamiento para el servicio postal es “un intento abierto de supresión masiva del voto. No, señor presidente, no permitiremos que haga sabotaje a la elección. Esta es una democracia, no una maldita dictadura. Su reino autoritario se acabará pronto”.
Varias agrupaciones dedicadas a monitorear elecciones también denunciaron los comentarios de Trump, junto con expertos y comentaristas, empleando términos como “sabotaje”, “supresión” y prácticas “autoritarias”. “El gobierno de Trump está intentando lo que equivale a un golpe de estado burocrático para permanecer en el poder”, sostuvo la organización nacional de derechos ciudadanos Public Citizen.
Trump y los republicanos siempre han justificado sus medidas para suprimir y limitar el voto en éste y en años electorales anteriores como iniciativas preventivas de fraude, a pesar de que el fraude electoral en casillas y con boletas por correo es microscópico. Larry Kudlow, el asesor económico del presidente fue franco en una entrevista hoy cuando explicó que el desacuerdo sobre programas de estímulo económico con los demócratas tiene que ver con demandas como “derechos de voto… ese no es nuestro juego”.
Los republicanos, con Trump en la Casa Blanca y su control del Senado así como de varios gobiernos estatales, han sido exitosos en imponer todo tipo de medidas para suprimir y limitar el voto en zonas geográficas y sectores demográficos que favorecen a los demócratas. Estas incluyen purgas del padrón, nuevos requisitos de identificación de electores, actos de intimidación (incluyendo ciudadanos armados que circulan frente a las casillas) y hasta el cierre o traslado de última hora de casillas en zonas pobres. De hecho, se han registrado más de mil 600 cierres de casillas entre 2012 y 2018 en zonas en las que había condiciones que violaban leyes electorales.
“El gobierno de Trump está atacando a instituciones democráticas centrales y está amenazando la infraestructura que se requiere para realizar una elección segura, accesible e imparcial en noviembre”, advierte Vanita Gupta, presidenta de la Conferencia de Liderazgo sobre Derechos Civiles y Humanos y ex jefa de la Division de Derechos Civiles del Departamento de Justicia durante la presidencia de Barack Obama en entrevista con el New Yorker.
Desde hace semanas, Trump y su equipo han reiterado que el proceso electoral está viciado y el presidente ha rehusado comprometerse a reconocer los resultados de la elección programada para el próximo 3 de noviembre, en unos 82 días.
Ambas campañas ya se están preparando para una serie de disputas legales sobre la elección, sobre todo si el margen de diferencia entre los dos contendientes es muy cerrado. Promete ser un gran negocio para abogados especializados en ese tipo de disputas. Y la disputa podría tener que llegar hasta la Suprema Corte, la cual ahora cuenta con una mayoría conservadora -otro logro de esta presidencia.
Por todo esto, muchos pronostican que no se sabrá el resultado de la elección al cierre de las casillas el 3 de noviembre, y un resultado final podría tardar días y hasta semanas.
Y nadie descarta que esos resultados podrían ser rechazados por el actual mandatario si es que pierde con lo cual esta elección llegaría a detonar una crisis constitucional.
De hecho, un grupo de analistas y ex funcionarios bipartidistas en Washington dedicados a temas de integridad electoral y transición democrática evaluan diversos escenarios, y uno de sus integrantes, el coronel retirado Lawrence Wilkerson, ex asesor de Colin Powell, advirtió en una entrevista con Bill Maher que no saben qué pasará si Trump pierde pero llama a sus bases más leales “a las calles con sus armas… si responden a su llamado y llegan a las calles con armas, entonces probablemente necesitaremos a los militares, y con ello no se sabe cuánta sangre podría fluir”.