Moscú. Con un medido golpe de efecto, el presidente Vladimir Putin anunció este martes que Rusia llegó primera a la meta en la carrera mundial por registrar una vacuna contra el Covid-19, cuya pandemia causa estragos en todos los continentes.
La Organización Mundial de la Salud modera la euforia y considera que la eficacia de esta vacuna rusa, que no figuraba entre las seis que hace poco mencionó como más avanzadas, aún debe ser revisada, por lo cual sugiere hablar más bien de una preclasificación y recuerda que, para homologar una vacuna, tiene que pasar “procedimientos rigurosos”.
El sorprendente anuncio sucedió apenas un día después de que la Asociación de Organizaciones de Ensayos Clínicos –que agrupa en Rusia a 25 de los laboratorios que figuran entre los más importantes del mundo–, pidió en carta abierta al ministro de Sanidad, Mijail Murashko, no precipitarse y advirtió de los riesgos impredecibles que podría tener una fórmula inmunológica ante el coronavirus sin pasar las necesarias etapas hasta concluir que es efectiva y segura para todas las personas, al margen de posibles patologías previas y del factor edad.
La respuesta implícita vino de Putin, quien –al abrir por videoconferencia una reunión con los integrantes de su Gabinete– dijo que la vacuna Gam-COVID-Vac, elaborada por el Instituto Gamalei de Epidemiología y Microbiología, tras concluir las pruebas necesarias, había conseguido a partir de este día el registro, ante el ministerio de Sanidad de Rusia, como primera vacuna contra el Covid-19, que se sepa la primera en el mundo.
Los críticos sostienen que el ministerio ruso de Sanidad aprobó la vacuna sin esperar los resultados de la tercera fase del ensayo clínico que debería contar con miles de participantes y se basa tan sólo en la experiencia de menos de 100 casos, entre los cuales se dice que hubo militares, personas remuneradas y hasta los propios investigadores a cargo del proyecto en el Instituto Gamalei.
“Sé que funciona con mucha eficacia, forma una inmunidad estable y, repito, pasó todas las pruebas necesarias”, afirmó Putin, antes de reconocer que la vacuna se podrá aplicar primero sólo de manera voluntaria y, según los papeles de registro, su venta al público no podrá autorizarse hasta que terminen los experimentos de tercera fase.
En cuanto se reciba la financiación requerida, la vacuna podría estar lista para una aplicación masiva no antes del 1 de enero de 2021, en opinión del director del Instituto Gamalei, Aleksandr Guinzburg.
Para animar a los escépticos, Putin reveló que la vacuna es tan buena que incluso ya se la inyectó una de sus hijas, sin mencionar cuál de las dos, Maria o Katherina. “Después de la primera vacuna, tuvo 38 grados de calentura, al día siguiente, 37 y algo más, y después… nada”, contó el mandatario.
De acuerdo con los especialistas, la Gam-COVID-Vac es una vacuna que utiliza como vector viral el adenovirus humano tipo 26 –causante del resfriado común– al que se añadió el gen de la proteína S del SARS CoV-2, objetivo de muchas de las 116 vacunas en desarrollo –29 de las cuales se experimentan en humanos– por ser esta la vía preferida por el coronavirus para infectar las células.
El Instituto Gamalei, financiado por el Fondo Ruso de Inversión Directa – el fondo de riqueza soberana de Rusia con 10 mil millones de dólares de capital reservado–, estima que puede producir 200 millones de dosis al año, 30 millones para Rusia y 170 millones para ofrecer a quien quiera comprar su vacuna y que, en el exterior, se llamará Sputnik V (V de Victoria), en recuerdo al primer satélite artificial de la Tierra lanzado por la Unión Soviética en 1957.
El director del Fondo Ruso de Inversión Directa, Kiril Dmitriev, asegura que ya recibió encargos de 20 países para mil millones de dosis, aunque admite que la capacidad máxima de producción anual es de 500 millones, pero cuenta ya con seis socios para comenzar a fabricar la vacuna en Arabia Saudita, Brasil, Corea del Sur, Cuba y Turquía.