Ciudad de México. El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) puso a disposición del público en general el expediente científico sobre el glifosato, que evidencia el aumento exponencial de este herbicida desde la década de los 90 en la siembra y comercialización de maíz, algodón y soya genéticamente modificado (GM), y que la mitad de su uso global está vinculado con los cultivos transgénicos.
La publicación del documento “Expediente Científico sobre el Glifosato y los Cultivos Genéticamente Modificados”, de 31 cuartillas, se da en medio de las posiciones encontradas que han expresado diversas organizaciones agropecuarias, de productores, campesinos, y no gubernamentales, en torno al anteproyecto de decreto presidencial sobre el herbicida, publicado por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader).
El expediente publicado por el Conacyt, sintetiza y expone las afectaciones ambientales y los daños a la salud relacionados con la exposición al glifosato, así como el uso y consumo de transgénicos.
“Además, muestra los resultados de investigaciones científicas que han confirmado la presencia de glifosato en los fluidos corporales de infantes, adolescentes y adultos en nuestro país, así como en alimentos elaborados a base de maíz, en los que se detectaron transgenes y que son de consumo cotidiano y de fácil acceso, por ejemplo, tortillas y cereales para el desayuno”, señala el texto.
Con datos de diferentes fuentes, señala que a nivel nacional el uso de este herbicida se incrementó mil 500 por ciento a partir de 1996 con la comercialización y siembra de maíz, algodón y soya genéticamente modificados (GM), tolerantes al glifosato (es decir, que no mueren al aplicarles el herbicida).
Actualmente, cerca de 50 por ciento del uso global de glifosato en la agricultura se destina a cultivos transgénicos. La expansión de los cultivos GM ha aumentado 113 veces en volumen desde el año 1996.
Señala que se ha detectado glifosato en fluidos (leche materna, sangre y orina) de agricultores y sus familias a nivel mundial, y en México, particularmente en infantes, adolescentes y adultos de comunidades de Campeche, Yucatán y Jalisco.
El caso más reciente es el de la comunidad El Mentidero, en el municipio jalisciense de Autlán, donde se analizó la orina de 93 niñas y niños de preescolar y primaria y 53 de secundaria; cien por ciento de las niñas y niños tuvieron rastros de herbicidas en su orina y la sustancia más recurrente y peligrosa encontrada fue el glifosato.
“En otros países se ha detectado glifosato en el agua potable, vinos y cervezas, e incluso en productos de higiene personal (gasas, vendas, compresas, hisopos, etc.) elaborados con algodón GM tolerante a glifosato. En cuanto a los Organismos Genéticamente Modificados (OGM), hay varios estudios que demuestran la presencia de secuencias transgénicas en maíces y algodones nativos, cultivos originarios de nuestro país; además se ha probado la presencia de transgénicos y glifosato en alimentos hechos a base de maíz”, indica.
Señala que también se ha reportado la presencia de glifosato como contaminante en aguas costeras de la Península de Yucatán, particularmente en las cercanas a los sitios en donde hay mayor concentración de zonas agrícolas; también en agua subterránea y en agua para beber en localidades de Hopelchén, Campeche, y en cuerpos de agua en Chiapas, algunos de estos al interior de Áreas Naturales Protegidas (ANP).
Sobre los impactos sobre la salud y el ambiente por la exposición a este herbicida, el estudio indica que la toxicidad del glifosato y de otros elaborados a base de esa sustancia depende de la dosis, el tiempo de exposición y de los otros compuestos que contenga el herbicida. “Puede ser aguda o crónica y están ampliamente documentadas, así como los daños a la salud y las afectaciones al ambiente provocados por el uso del glifosato y la siembra, y consumo de transgénicos”.
También se incluye una primera agenda con los “Ejes para un Sistema Agroalimentario Libre de Glifosato y Cultivos GM”, estrategias y acciones que han demostrado efectividad para el control de las llamadas “malas yerbas”, así como un decálogo de prácticas agrícolas de manejo de arvenses como alternativa al glifosato. Asimismo, el Conacyt compartió una infografía elaborada con base en el mismo expediente científico.
“Estos documentos reúnen información científica rigurosa sobre temas de alta relevancia para el gobierno federal y la explican, en un lenguaje sencillo, con la ayuda de elementos gráficos. De esta manera, el Conacyt avanza en la socialización de los resultados de las investigaciones científicas y en la promoción del acceso universal al conocimiento”, indica el Consejo, al hacer público dicho expediente.