Ciudad de México. A Diego Luna le encantan los programas televisivos de discusión política y de opinión. También lee muchas notas periodísticas y columnas, porque busca distintos puntos de vista que robustezcan
los suyos.
El actor, director, productor, promotor, activista y hasta cocinero de clóset, sabe que hoy día el público está cansado del tipo de discusión que se maneja en esas emisiones, por lo que, asegura, lo que nos hace falta es cambiar la narrativa porque hay temas (por tratar en el país) que son fundamentales y no pueden esperar
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¿Cómo hacer que la gente que no se informa o que no aborda esas reflexiones se dé la oportunidad de hacerlo? Se le preguntó.
A través de crear un encuentro a ras de piso
fue su respuesta.
Y ¿dónde más? Pues en el ritual que todos compartimos: el de la comida.
Luna confiesa a La Jornada que las decisiones más importantes en su vida las ha tomado en la mesa.
Es donde he mostrado la mayor tolerancia y he discutido lo esencial, sin duda. A la hora de comer hay momentos para la profundidad, para argumentar, para los matices, que se vuelven importantes.
Capaces de compartir
Más aún, afirma, que hoy la discusión que se vive en las redes sociales es en la superficie. De alguna manera, la profundidad requiere de una digestión. La comida te recuerda que, pese a que creas imposible compartir algo con alguien frente a ti, al final degustas la misma sopa o el mismo vino. Y eso nos recuerda que somos capaces de compartir lo mismo, hablando en un plano metafórico
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También nos rememora que somos capaces de coincidir y que vivimos en una sociedad que se alimenta de resaltar la distancia entre nosotros, así como de exaltar el desacuerdo y el desencuentro. Por ello, nos urge recordar lo empático que podemos ser
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Luna aporta su grano de arena con el estreno, mañana, de Pan y circo, serie de Amazon Prime Video de siete capítulos en los que el actor reúne, en torno a una comida, a expertos y diferentes personalidades con los que aborda temas sociales y políticos de interés general. El menú es preparado por reconocidos chefs mexicanos.
Los programas fueron creados por Diego Luna y su equipo, y producidos por La Corriente del Golfo, casa que fundó junto a Gael García Bernal, en 2018. Se estrenarán, en 200 países, tres episodios el viernes y cada semana se lanzarán dos.
Así, en torno a una mesa, virtual por estos tiempos, se tratan temas como la violencia de género, el cambio climático, la despenalización del aborto, el racismo, la identidad, la legalización de las drogas, la migración e incluso la pandemia, pues en el primer episodio aparece una entrevista que el actor hizo a Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, de la Secretaría de Salud federal.
En los convites degustarán los menús, ricos en sabor y discurso, el ex presidente de Colombia Juan Manuel Santos, la actriz Ana de la Reguera, el músico y activista Rubén Albarrán, la cantante Li Saumet, la soprano mixe María Reyna, la activista del Frente Indígena de Organizaciones Binacionales Odilia Romero y la bióloga Julia Carabias, entre otros. Los chefs que participan son Enrique Olvera, Elena Reygadas, Alexander Suástegui, Javier Plascencia, Jair Téllez y Alejandra Barbabosa. Las conversaciones son moderadas por Diego Luna.
No es un esfuerzo periodístico, porque es muy parcial. Acá hay un punto de vista que traemos a la mesa. Buscamos que esas opiniones puedan transformarnos y, de alguna manera, cuestionar nuestro punto de vista con el encuentro que se da con distintas posiciones contrastantes que te dan introspección y te permiten la confrontación contigo mismo.
Conversación horizontal
Ejemplifica: En la mesa del tema de feminicidios, por más que tenía una postura clara y ganas de llevar ese debate a un foro grande, terminé confrontándome con las pequeñas cosas en las que había participado. Por ello, lo interesante, para mí, era que les pasara algo a los comensales; que las y los invitados que se sentaran, vivieran un proceso interno luego del encuentro
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Diego Luna propuso a sus invitados una conversación en un nivel horizontal, en la que no sólo está la de quien tiene que decir algo, sino también la de quien escucha. En la discusión nacional lo que estamos volviendo evidente es que todos quieren hablar, pero nadie quiere escuchar, y, para mí, es esencial recordarnos esa capacidad de al menos intentar entender al prójimo
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Espacio para disentir
El centro de la mesa de comida es tan democrático que le pertenece a todos, pero también hay espacio para no coincidir. El hecho de habernos escuchado en el programa nos recuerda que hay tiempo también para disentir, si no, viviríamos en una sociedad insana, porque estaríamos obligados a pensar como los otros, y acá la celebración es en nuestras diferencias. Hay opiniones contrastantes, pero tampoco es un programa periodístico, entonces, hay voces que no queremos, que son tóxicas y a las cuales no me interesa dar foro. La idea de los contrastes en las opiniones era que se complementaran y aspiraran a un debate inteligente
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Diego reconoce que hay un sarcasmo tácito en el nombre del programa, pero también está implícito el pan, como ese elemento que nos hace sentar en la misma mesa, y el circo, que viene de mi pensamiento en el teatro, donde crecí. Está de igual forma esta idea de que a los mexicanos siempre nos han dado pan y circo, pero también viene la remembranza de que un lugar ya no es igual cuando un circo se va del sitio (donde presentó sus funciones)
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En uno de los episodios del viernes, grabado ya en pandemia, la reunión es en la lejanía: cada uno de los invitados come y opina desde su casa.
El productor Luna comenta sobre la situación que vivimos: vino a subrayar las cuentas pendientes que tenemos. Las cosas que hemos decidido ignorar y hoy son evidentes. El problema no es un virus, sino el recordatorio que hizo de que estamos enfermos. La mesa te conecta con eso de lo que hemos huido y, en esta pandemia, si no eres consciente del México rural en el que vives, o si no sabías cómo vivían tus vecinos, ahora lo tienes que saber
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Pan y circo, mañana, por Amazon Prime Video.