Moscú. Con la mirada puesta en las urnas el domingo siguiente, el presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, jugó este martes la carta de defensor a capa y espada de la soberanía de su país frente a “amenazas externas”, a buen entendedor Rusia, su poderoso vecino, en un último intento de sumar votos para hacer más creíble su sexta reelección, posibilidad que de ser cierta su única rival, Svetlana Tijanovskaya, de antemano atribuye a un fraude.
Lukashenko, quien gobierna Bielorrusia desde 1994, dirigió un mensaje a la nación para explicar que la reciente y peliculesca detención de 33 ciudadanos rusos –identificados como mercenarios del llamado “grupo de Wagner”, unidad paramilitar dependiente del GRU ruso (inteligencia militar)–, se inscribe en un operativo de los servicios de seguridad para neutralizar su misión que era “mantenerse a la expectativa y estar listos para provocar, de recibir la orden, una masacre en el centro de Minsk”.
No contento con ello, lanzó contra quienes mandaron a sus hipotéticos atacantes: “Ya dejen de mentir, no es cierto que eran pasajeros en tránsito y que iban a tomar un avión para viajar primero a Estambul, dijeron después a Venezuela, aseguraron más tarde a Libia, pura falsedad: ya confesaron que los enviaron especialmente a Bielorrusia”.
El mandatario reveló que dispone de información de que otro grupo numeroso de mercenarios, enviados desde Rusia, ingresó al sur del país.
“En lugar de centrarnos en la cosecha, tenemos que perseguirlos por los bosques, pero vamos a detener a todos. No vamos a entregarles nuestro país, tenemos que preservar la independencia y heredarla a las generaciones futuras”, remató.
Lukashenko, preocupado por la caída en flecha de su popularidad, anticipa que habrá disturbios cuando se den a conocer los resultados de los comicios y advierte: “Si se prohíbe una manifestación, incumplirá la ley no sólo el organizador, sino cualquier participante, por lo cual habrá una reacción inmediata y lo más dura posible”.
Al referirse a los otros contendientes en los comicios, sobre todo a una mujer que se convirtió en una amenaza a extender su liderazgo en lo que debió de ser un simple trámite, Lukashenko dijo: “No se puede gobernar un país, apareciendo de la nada. Son (ella y las dos esposas de otros candidatos no registrados) unas muchachas infelices, que no saben lo que dicen ni qué es lo que quieren”.
La aludida principal, Svetlana Tijanovskaya, candidata unificada de la oposición, está segura de que Lukashenko alterará los resultados para poder ganar, pero cree que todo va a depender de la cantidad de personas que acepten dar la cara y no duden en reclamar que los estafaron al cambiar el sentido de su voto.
“Somos más de cien mil (número de seguidores que se dice la apoyan, a juzgar por los multitudinarios mítines que ha podido reunir en fechas recientes) y, si millones exigen que se verifique su voto, no pienso que el ejército esté dispuesto a arremeter contra su pueblo”, reflexiona Tijanovskaya.