Jaziel Bustamante, integrante del colectivo Soy Humano y del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio, y Gloria Careaga, de Fundación Arcoíris, señalaron que estas prácticas son realizadas por sicólogos, siquiatras, consejeros, sacerdotes o religiosos tanto de la Iglesia católica como de evangélicas, y en años recientes –debido a que han sido denunciados– los disfrazan como cursos espirituales o emocionales.
La primera ocasión que Jaziel, mujer trans, tuvo acercamiento con este tipo de experiencias, fue a los 17 años, en una Iglesia evangélica. En una de las celebraciones religiosas, el pastor a cargo le colocó una mano en la cabeza e imploró a Cristo que los demonios de la homosexualidad
dejaran ese cuerpo. Situación que se volvió una constante, por lo que decidió abandonar el templo.
Cuatro años después, durante un retiro espiritual cerca de Minatitlán, Veracruz, la obligaron, con amenazas, a renunciar a lo que ellos consideraban una vida ingobernable
, y quien fungía como su padrino
le dijo que moriría de sida si ella seguía relacionándose con hombres.
Jaziel expuso que dichas prácticas, a las que acudió no por cambiar su identidad de género sino por cuestiones espirituales, fomentaron los pensamientos suicidas, depresión y ataques de ansiedad. La activista señaló que gracias al acompañamiento familiar que recibió logró salir adelante. Sin embargo, alertó, muchos no tienen apoyo y se han suicidado
.
La Asociación Internacional de Gays y Lesbianas, en su informe Poniéndole límites al engaño, alertó que debido a que las llamadas terapias de conversión han sido repudiadas
en varios países, han aparecido nuevas técnicas disfrazadas con mensajes del tipo: “¿Cómo lidiar con la ‘atracción no deseada del mismo sexo?’” y promoviendo una supuesta sexualidad saludable.
Gloria Careaga expuso que esas prácticas tienen que ver con el pánico moral que originalmente desde la Iglesia católica se daba a la condición de las personas homosexuales
, el considerar que es una enfermedad, una perversión
.